CAPÍTULO 80 Sorprendida

No recuerdo la última vez que había salido de la oficina con la luz del día, aun tocando el asfalto. Gerónimo y yo habíamos estado enterrados hasta el cuello en documentos, llamadas, seguimientos y análisis casi clínicos de todos los frentes abiertos que teníamos. Entre los rusos, el consejo dividido y la incertidumbre sobre quién filtraba información, estábamos al borde del colapso. Pero ese día… ese maldito día, por alguna razón que aún no comprendo, todo se ordenó a las cuatro de la tarde.

—¿Nos vamos? —me preguntó Gerónimo, mirando el reloj como si no creyera que era real.

—Si no lo pensamos mucho, podemos llegar a cenar —le dije, ya de pie, agarrando las llaves.

No lo dijimos en voz alta, pero los dos sabíamos que necesitábamos ese respiro. Hacía días que no comíamos algo caliente, decente, juntos. Días que yo no veía a Ludovica más que dormida o de espaldas, cruzando la casa en silencio.

Encendí el motor y salimos de Calabria como si el infierno nos persiguiera. Íbamos en la ca
Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
capítulo anteriorcapítulo siguiente
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP