—Por si no lo sabes, te odio —dijo la humana, pasando de largo junto al alfa sin mirarlo.
—Te juro que iba a amonestarla —replicó Kaelion, siguiéndola con paso firme—, pero llegaste antes de que pudiera decir algo.
Vida caminaba sin rumbo fijo, solo quería alejarse de la gente, de las miradas y de todo aquello que la hacía hervir por dentro. Al pasar junto a Nixara, le arrebató la botella de vino que la alfa sostenía. Ella no se opuso. La humana siguió avanzando, bebiendo a grandes tragos.
—No —dijo con voz áspera, sin detenerse—. Te odio porque nunca te diste tu lugar, porque fuiste promiscuo y no te respetaste a ti mismo. Te odio porque, siendo alfa de alfas, con más poder y dinero del que imaginaba, nunca tuviste el valor de dejar claro que debías ser respetado. Te miran como un juguete sexual, Kaelion… y por eso te odio.
Las palabras lo atravesaron como cuchillas. Jamás se había sentido mal por nada en su vida, pero en ese instante, con ella hablándole de esa forma, el peso de la