Akira, una Omega muda y débil, ha sido maltratada toda su vida por su manada "Luna de Sangre". Una noche, comete una falta grave contra la luna del Alfa y es expulsada a los peligrosos bosques sin ley, donde cazadores de hombres lobo acechan. Pero su vida cambia radicalmente cuando se encuentra con Thane, el imponente y despiadado príncipe de los lobos. Fascinado por su belleza pero sospechando de sus intenciones, Thane la toma como prisionera y decide conservarla como su sexta concubina, al descubrir que no puede hablar pero posee otros talentos. Sin embargo, Akira guarda un oscuro secreto: su hermana, la única persona que la protegió en la manada, fue misteriosamente asesinada en el palacio de Thane, y Akira busca venganza. Mientras una gran guerra se avecina y el destino de los lobos se balancea al borde del abismo, Akira podría ser la clave para salvarlos a todos. Pero el cruel rechazo de Thane a aceptar su vínculo como mates podría condenarlos a ambos, y a toda su especie, para siempre.
Leer másCAPÍTULO 1: DESTERRADA
El fuego crepitaba con fuerza mientras Akira limpiaba insistentemente una de las mantas de algún lobo superior de la manada. Las manos ya no las sentía, el agua helada le quemaba la piel y la enrojecía, pero ella no se detuvo por nada hasta dejarla impecable.
Estaba a punto de terminar el trabajo cuando Ryna se acercó a ella y le empujó la cesta con la ropa húmeda hacia el lodazal seguido de una carcajada.
—Te faltó ahí, esclava —espetó con desdén.
Akira no respondió, de todos modos no podía hacerlo. Se aguantó las ganas de llorar y recogió la tela llena de tierra para volver a lavarla. Hacía dos meses que las lobas la estaban molestando, desde que su hermana se fue al palacio del Rey Alfa, supuestamente para cumplir con un deber superior. Pero ella todavía lloraba en las noches al recordar el cuerpo de su hermana sin vida, lleno de heridas que, le habían dicho, fueron por un accidente, sin embargo Akira estaba segura de que eso no era verdad.
Después de que terminó la tarea estaba agotada, iba dispuesta a acostarse a dormir hasta la mañana siguiente, pero eso le fue imposible.
—Akira, el Alfa Azael te necesita —le avisó Padme, la única amiga que le quedaba en la manada.
Suspiró y con los ánimos bajó fue directo a la cabaña del líder de su manada. El Alfa Azael era un lobo rudo, tosco y grosero que solo trataba bien a los que estaban a su altura. Pero eso sí, no se podía negar que era bastante atractivo. Rubio, de fuertes músculos y unos ojos negros como el abismo de su alma.
Akira tocó la puerta con miedo y curiosidad. El Alfa nunca la llamaba, es más, ella estaba segura de que no sabía de su existencia.
—Entra —ordenó.
Akira le hizo una reverencia, él sonrío y la rodeó como un depredador a su presa, tomó su mentón y la obligó a levantar el rostro.
—Te has convertido en una loba muy atractiva, ¿no es así, Akira?
Ella tembló, tragó saliva y deseó gritar con todas sus fuerzas que le apartase la mano.
—Tal vez llegó tu hora de dejar de ser una esclava, podría… darte mejores usos —insinuó. Akira supo en ese momento lo que el Alfa quería decir. Azael le manoseó los senos, ella chilló pero se aguantó las ganas de llorar.
Solo su hermana Kaori la defendía de cosas así, pero ahora sin ella, no podía hacer nada. Desde que supo que tras su muerte rondaba algo extraño, Akira deseaba con todas sus fuerzas escapar de la manada para averiguar la verdad, pero Azael se lo impedía, ella pensó que era por indiferencia, ahora comprendió que se trataba de algo más, quería usarla sabiendo que estaría desprotegida.
Azael la tomó con brusquedad del cabello y expuso su cuello para olfatearla.
—Que no hables es una bendición, así no podrás gritar cuando te reviente el c…
Un lobo de menor rango entró de pronto a la cabaña interrumpiéndolos. Azael le gruñó amenazante enseñándole los colmillos y sus ojos se tornaron rojos.
—Lo siento Alfa, es que, hubo un incidente en el bosque, unos cazadores se acercaron demasiado al territorio.
Azael le hizo un ademán de que ya iría, el lobo se fue volviendo a dejarlos solos.
—Vuelve a tu cama, la espera será más deliciosa —le ordenó a Akira—, piensa en mí y mójate, estarás más lista —susurró con un tono ronco que a ella le pareció asqueroso.
Salió de esa cabaña entre temblores y espasmos incontrolables de su cuerpo. Pensó que si mantenía un perfil bajo y hacía lo que le decían, nadie la notaría de más. Pero entregarse al Alfa no estaba en sus planes. Entró a su pequeña cueva, pues ella dormía protegida por un par de arcos de piedra y una cama vieja llena de tierra.
Esa vez Akira no estaba dispuesta a dejarse someter. Ya había soportado demasiado y jamás dejaría que el alfa Azael la tocase. Sabía que no la dejarían irse tan fácilmente así que armó un plan descabellado, pero que quizá le iba a dar resultado. Luego de hacer lo que ideó, se escabulló de vuelta a su cueva y se echó a dormir.
A la mañana siguiente se despertó con alguien zarandeándola de los cabellos. Cuando enfocó la vista se dio cuenta de que se trataba de Nubia, la Luna de la manada y esposa del Alfa Azael.
—Aquí estás, asquerosa rata, ¡has sido tú! —acusó.
Akira negó con la cabeza apresuradamente, pero sabía que la Luna no lo iba a dejar pasar. Nubia la empujó de vuelta a la cama; aprovechó para sacar su destartalado cuaderno, el que usaba para poder comunicarse, y un carbón delgado que ella misma había tallado. Escribió en él: “No sé de qué está hablando, yo no he hecho nada”.
Nubia se echó a reír.
—Claro que lo sabes, rata asquerosa. —Le tomó del brazo con violencia y la llevó a rastras frente a todos los demás lobos hasta su cabaña, la misma que compartía con el Alfa.
Ahí, Akira vio lo que había hecho, destrozó y saqueó todas las cosas de Nubia. Enseguida negó rotundamente haberlo hecho, pero ya conocía a la mujer, además, esta vez sí había sido ella.
“Yo no fui”, volvió a escribir.
Nubia le dio una bofetada delante de todos los demás lobos. El Alfa Azael todavía no había regresado.
—Rata asquerosa, después de todo lo que hemos hecho por ti, te acogimos a pesar de ser una inútil inservible, ¿y así nos pagas? —Nubia levantó la cabeza y habló ante todos los lobos—. Esta Omega queda desterrada para siempre de la manada luna de sangre, la exilio a los bosques sin ley.
Akira negó mil veces con la cabeza, pero su destino ya se había sellado. Lo que Nubia ignoraba era que todo lo había planeado esa Omega muda e inservible; como ella la llamaba.
Nubia arrastró a la chica hasta los límites del territorio “luna de sangre” y la expulsó sin ninguna piedad.
A pesar del plan, Akira sabía que estar en ese bosque era lo más peligroso que podía hacer. No le quedó más opción que caminar hacia delante e introducirse en el territorio de los humanos. Para cualquier otro lobo eso no sería un problema, pero Akira no solo era una Omega esclava, ella ni siquiera había despertado a su loba.
Caminó y caminó sin rumbo hasta que de pronto olfateó un aroma extraño. Se detuvo y entonces vio a un grupo como de cinco hombres con ballestas y otras armas, listos para matarla. Ni siquiera pudo gritar. Tropezó con una cuerda y cayó al piso.
Se cubrió los ojos y entonces escuchó el rugido más aterrador y fiero que había oído jamás. Abrió los ojos de vuelta y vio una sombra negra luchando contra los cazadores. El miedo la paralizó y no podía moverse.
Los humanos gritaron, pero pronto se apagaron todos los sonidos. Entonces, esa figura negra aterrizó delante de ella, volvió a su forma humana, pero mantuvo los ojos rojos mirándola con intriga.
—¿Quién eres?
CAPÍTULO 106: LA MATE (NO) MUDA DEL REYEl sol se alzaba sobre el horizonte, derramando su luz dorada sobre los vastos bosques que rodeaban el castillo. Era un día especial, uno que marcaría un nuevo comienzo para el reino y para la manada. Akira se preparaba en la intimidad de su recámara, su corazón latía con fuerza, no por la nerviosidad, sino por la emoción de lo que estaba por venir. Aquella mañana, ella no solo se casaría con Thane, su compañero de vida, su Mate Alfa, sino que también sería proclamada como la Luna del reino, la reina que lideraría junto a él en tiempos de paz.Un vestido blanco, sencillo pero adornado con finos detalles plateados que evocaban la luz de la luna, envolvía su cuerpo con suavidad. Su presencia hablaba por sí sola. Su porte, su fuerza y su sabiduría irradiaban con cada movimiento que hacía, mientras las sirvientas la ayudaban a terminar de arreglarse. Alrededor de su cuello descansaba un colgante con la forma de una pequeña luna creciente, un símbolo
CAPÍTULO 105: UN CACHORRO EN CAMINOEn las semanas posteriores a la batalla, el reino había comenzado a florecer nuevamente. La oscuridad que había envuelto las tierras durante años, gracias a la influencia del dragón y del rey Alaric, se había disipado. Los cazadores y los lobos ahora convivían en una paz tensa, pero duradera, y bajo el liderazgo de Thane y Akira, se sentía como si un nuevo capítulo de prosperidad estuviera en marcha.Akira caminaba por los jardines del castillo una mañana, admirando el cambio en la naturaleza. Los colores parecían más brillantes, los aromas más intensos. Sin embargo, en los últimos días, se había sentido extraña, como si algo dentro de ella estuviera cambiando. Había intentado ignorarlo, atribuyendo la fatiga y las ligeras náuseas a la tensión acumulada durante la batalla y las responsabilidades que había asumido como Alfa junto a Thane.Esa mañana, sin embargo, el malestar era imposible de ignorar. Sentía una presión en su vientre, una sensación de
CAPÍTULO 104: SE REESTABLECE EL EQUILIBRIOElla asintió con la cabeza y dejó caer la espada al suelo, el metal resonó en la piedra con un eco agudo y chirriante. Su mirada se encontró con la de Thane, y ambos supieron que, a pesar de las cicatrices habían sobrevivido.Con el dragón derrotado, algo en el aire cambió. La presión que había envuelto la cueva durante la batalla disminuyó. Los lobos y los cazadores que habían acudido al llamado de Akira comenzaron a recuperar la conciencia, libres ahora del poder de su voz.Akira se tambaleó todavía por la herida que tenía en el costado. Thane la sostuvo entre sus brazos y ambos miraron preocupados a todos esos lobos junto a los cazadores, que se miraban entre sí un poco confundidos.—¿Y ahora qué? —se preguntó, más para sí misma que para Thane. Sin embargo, no se movieron ni se alejaron de ella. Todos sabían lo que había sucedido, todos eran conscientes del sacrificio que ella y Thane habían hecho.Uno a uno, los lobos comenzaron a inclina
CAPÍTULO 103: EL PODER DE LA MANADALa cueva tembló bajo el rugido ensordecedor de Drakthar, el hijo del sol. Sus alas gigantescas agitaron el aire como una tormenta implacable, y el calor que emanaba de su cuerpo transformado en dragón hacía que las piedras parecieran derretirse a su alrededor. Akira y Thane observaban con horror la escena, sabiendo que el final se acercaba, pero no de la manera que habían esperado. El poder del dragón se había multiplicado, y ahora parecía imposible de derrotar.—Thane... —susurró Akira, con la voz rota por el cansancio y el dolor. Su cuerpo estaba herido y agotado, apenas se mantenía en pie—. Tal vez esta noche no salgamos de aquí.Él la miró con esos ojos oscuros. La batalla que habían enfrentado juntos había sido brutal, pero en su corazón, Thane no estaba dispuesto a rendirse. No cuando Akira estaba a su lado.—Si morimos esta noche —dijo él con un tono firme y decidido—, lo haremos juntos.Akira asintió. No había más palabras que decir. Lo ente
CAPÍTULO 101: LA BATALLA FINAL IIIAkira jadeaba, su cuerpo estaba cubierto de sudor y sangre mientras enfrentaba a la extraña criatura frente a ella. El dragón era una mezcla aterradora de humano y bestia, y la miraba con una sonrisa cruel. Nunca había imaginado que el hijo del sol, el enemigo al que la luna la había destinado a destruir, tendría una apariencia tan bizarra: su cuerpo esbelto y alargado estaba cubierto de escamas negras, su rostro humanoide pero deformado por colmillos que sobresalían de su boca, y una cola afilada como una cuchilla sobresalía de su espalda.La loba plateada ya estaba agotada, pero no podía rendirse. Sabía que la batalla aún no terminaba, y que el destino del reino, de su pueblo, y su propia vida dependían de lo que sucediera en esos momentos. Su cuerpo estaba herido, y aunque sus habilidades regenerativas luchaban por mantenerla en pie, sentía cada golpe como si la estuviera rompiendo por dentro.El dragón lanzó un rugido que sacudió la cueva, sus oj
CAPÍTULO 100: LA BATALLA FINAL IILa cueva resonaba con los gruñidos y los golpes que sacudían las paredes. Thane, en su forma de lobo negro, se lanzó una vez más hacia su padre, el rey Alaric, con una furia nacida de años de traición y mentiras. Las garras de ambos se encontraron en el aire, chocando con un impacto que hizo vibrar la piedra a su alrededor. Eran dos lobos poderosos, cada uno con la fuerza de un alfa, luchando no solo por sus vidas, sino por el futuro del reino.Thane gruñó mientras intentaba someter a su padre, pero Alaric era más fuerte de lo que había anticipado. El rey, aunque mayor, no había perdido ni un ápice de su habilidad o poder. Sus movimientos eran rápidos y precisos, y cada golpe que Thane lanzaba parecía desvanecerse ante la experiencia y la astucia del rey.—¿Esto es lo mejor que puedes hacer, Thane? —se burló Alaric mientras esquivaba otro ataque—. Siempre has sido débil, igual que tu hermano.El comentario sobre Kael hizo que la ira de Thane creciera
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