Los días siguientes al atentado transcurrieron con una calma extraña.
Demasiado perfecta. Demasiado silenciosa.
Isabella lo sabía. No era paz.
Era el murmullo que precede al desastre.
Francesca reforzó todas las rutas. Matteo coordinó los movimientos internos. Giulia, ahora alejada y vigilada, envió una carta de agradecimiento escrita a mano. Isabella la leyó sin emoción. Agradecer no repara una traición.
Pero lo que nadie esperaba… era que el golpe no viniera de afuera.
Sino del pasado.
Del de Dante.
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Una mañana, al revisar los informes de inteligencia, Isabella encontró un nombre subrayado varias veces: Claudia Moretti. No era parte de La Marca Roja. No era enemiga directa. Era… una sombra.
Exiliada desde hacía años. Antigua jefa de logística en operaciones del norte de Italia. Y, según el informe más reciente, ex pareja de Dante Leone.
Isabella frunció el ceño.
Abrió el archivo. No había muchas fotos. Pero en una de ellas, Claudia sonreía al lado de Dante, en lo que parecía una