Kael estaba en su oficina, sumido en los papeles y documentos que cubrían su escritorio como una muralla de preocupaciones y responsabilidades. Afuera, los murmullos del pasillo parecían resonar con una claridad extraña, pero él estaba absorto, intentando descifrar cada detalle de los informes que Aziel le traía desde su corta ausencia. Cada vez que un dato nuevo aparecía, Kael fruncía el ceño, analizando con precisión fría, calculando riesgos y posibles movimientos. No era simplemente un líder; era un estratega, y cada decisión podía cambiar el equilibrio de poder entres las especies.
Aziel, parado frente a él, sostenía su habitual postura recta y alerta, pero no sin cierto aire relajado que contrastaba con la tensión del lugar. No era un subordinado cualquiera; su relación con Kael trascendía los límites formales. Era eficiente, astuto, y disfrutaba de una pizca de irreverencia que Kael encontraba… irritante, aunque justo en ese momento su atención se dividía entre los papeles y la