Fuera de la Red.
La carretera ya no tiene nombre.
No aparece en mapas recientes ni en registros del Consejo; es una franja de asfalto viejo que se estira entre campos secos y árboles enfermos, como si el mundo hubiese decidido olvidarla a propósito.
Isela camina por el borde, contando los pasos para no pensar en el silencio. Cayden avanza unos metros delante de ella, arrastrando ligeramente el pie derecho.
No se han detenido en horas.
El sol cae lento, pero no ofrece alivio. El calor se pega a la piel con una insistencia que no es natural, como si algo en el aire vibrara fuera de frecuencia. Isela lo siente en los dientes, en la base del cráneo. Cayden lo siente en algo más profundo.
Su parte no humana está fallando.
Al principio fue un zumbido bajo, casi imperceptible. Luego, una vibración interna que no seguía el ritmo de sus movimientos.
Ahora, el calor sube desde su pecho hacia el cuello y los hombros, concentrándose bajo la piel como una maquinaria sobrecargada sin válvula de escape.
Cayden no se