Elegir También es Violencia.
La libertad no llegó como una expansión luminosa, llegó como una presión constante, invisible, que obligaba a decidir incluso cuando no había información suficiente.
Isela lo comprendió demasiado tarde: el sistema no solo había eliminado opciones, también había absorbido la culpa de elegir mal. Sin la red del proyecto Alfa, cada acto volvía a su origen humano, crudo, sin amortiguación.
El punto ciego se había estabilizado apenas lo suficiente para no devorar su propio borde. No crecía de forma exponencial, pero tampoco se detenía, era un espacio de excepción dentro de un mundo que ya no aceptaba excepciones.
Isela observaba las proyecciones incompletas flotando frente a ellos, no eran simulaciones cerradas, sino estimaciones abiertas, variables en constante reescritura.
—No es neutro —dijo, rompiendo el silencio—. Nada de esto lo es.
Damian asintió. Estaba de pie, ligeramente apartado, como si ya se hubiese colocado fuera del círculo de decisión.
—Nunca lo fue —respondió—. Solo parecí