El aula estaba casi llena, un murmullo constante de hojas y voces se mezclaba con el sonido de los pasos en el pasillo. Isela se sentó en su lugar habitual, entre Selena y Livia, pero apenas prestaba atención a lo que decían. Su vista, inevitablemente, se deslizaba hacia el frente, donde Damian repasaba los puntos clave de la clase.

La manera en la que sujetaba el libro abierto en una sola mano, el movimiento seguro de su mano escribiendo en la pizarra, hasta la ligera arruga en su ceño cuando repasaba una nota, todo la arrastraba a un estado en el que olvidaba que él era su profesor, y ella solo una alumna más.

—Ise —murmuró Livia, inclinándose hacia ella con una sonrisa pícara—. ¿Qué miras tanto?

Isela dio un salto.

—Nada, solo… estaba pensando en el examen.

Selena arqueó una ceja.

—Ajá. Claro. “Pensando en el examen”. Si sigues mirándolo así, cualquiera diría otra cosa.

— ¡Shh! —susurró Isela, sintiendo cómo las mejillas le ardían.

El murmullo de la sala se desvaneció cuando Damian