Algo Extraño.
Damian estaba otra vez frente a la entrada de Raven Trading. La fila de empleados avanzaba con pasos idénticos, tarjetas deslizándose en los lectores con un chasquido frío y uniforme.
Las luces blancas del vestíbulo se reflejaban en el mármol, y por un momento, Damian tuvo la sensación de que todo estaba demasiado brillante, demasiado perfecto.
—Buenos días, Damian —dijo Livia, su voz sonaba como una grabación, cuidadosamente modulada.
Él respondió con un asentimiento mecánico. No era que no quisiera saludarla, sino que la sensación de extrañeza lo había invadido desde que puso un pie en el edificio. Algo estaba mal, y no podía señalar qué exactamente.
Subió en el ascensor con la sensación de que el aire estaba más pesado de lo normal. Cada botón pulsado parecía hacer eco en sus pensamientos. Los pisos se sucedían, cada número iluminado con la misma precisión, pero cada uno le recordaba que no recordaba haber estado allí antes. O quizás sí, pero con un vacío en medio de la memoria.
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