Dos días antes de la Kına Gecesi, la Noche de Henna, las familias Arslan y Demir aterrizaron en Estambul. La tensión que viajaba con los Arslan contrastaba con la majestuosidad de la ciudad. El día se dedicó a un almuerzo de convivencia en los vastos y floridos jardines de la mansión Hassan, un evento meticulosamente orquestado para mostrar armonía.
Los jardines de los Hassan, con sus setos esculpidos y sus fuentes de mármol que murmuraban en turco antiguo, servían de telón de fondo para la diplomacia fría. Los Demir se mezclaban con los Hassan con facilidad, hablando de negocios y política internacional. Dilara Arslan, obligada por el ultimátum de Set, actuaba con una contención inusual, aunque sus ojos seguían analizando cada detalle de la decoración y el servicio.
Senay, vestida con un kaftán veraniego que disimulaba el incipiente embarazo, se movía con la gracia de una anfitriona, apoyada por la presencia vigilante de su abuelo Selim. Horus, a su lado la mayor parte del tiempo, in