La mansión Hassan era un hervidero de actividad. El día de la Noche de Henna (Kına Gecesi) había llegado, una celebración tradicionalmente reservada solo para mujeres, marcada por la melancolía de la novia que se despide de su hogar y la alegría anticipada de su nuevo matrimonio. El salón de baile de los Hassan se había transformado, decorado con ricas telas de terciopelo rojo, candelabros dorados y bandejas llenas de nueces, dulces y velas.
Mientras las mujeres de la familia Hassan se ocupaban de los últimos preparativos, la delegación Arslan y Demir se preparaba en una de las suites de invitados de la mansión, la cual había sido temporalmente convertida en un santuario femenino. Dilara Arslan dirigía el séquito con la eficiencia de un general. Hadiya Demir estaba a su lado, tan elegante como siempre, su expresión tensa por su doble papel de invitada de honor y espía encubierta.
Horus, ajeno al bullicio de los cosméticos y las sedas, necesitaba un último y crucial encuentro con su ma