La mañana trajo consigo el escándalo que Elena Williams había cocinado en alianza con Ahmed. La prensa sensacionalista despertó con las fotos de un supuesto affaire del gran Horus Arslan, con una desconocida, a la que pronto identificaron como Elena, una modelo y empresaria, en la gala del fin de semana pasado. El revuelo fue instantáneo y masivo.
Había programas en la televisión hablando de ello, analizando el lenguaje corporal de Horus y Elena, insinuando que la ruptura y la pena de Senay eran solo una fachada para encubrir la infidelidad crónica de Horus. Las revistas y un montón de periodistas pedían una cita o una entrevista de su parte.
Horus ese día no salió de su casa. La mansión de Malibú se convirtió en un bunker de cristal y acero. El equipo legal trabajaba en desmentidos y amenazas de demandas, pero el ruido exterior era la menor de las preocupaciones de Horus. La furia profesional era una distracción bienvenida del verdadero dolor.
Horus estaba de pie ante el ventanal de