Después de catorce horas de vuelo, Sofi descendía del avión en Milán. Era una mañana muy fría en esa ciudad y, a través de los ventanas del aeropuerto pudo divisar una leve lluvia que caía como dueña del lugar. Estremeciéndose dentro de su tapado negro, tomó la mano de Mateo, quien estaba mirando a su alrededor como si fuese todo nuevo, aunque para él, sí era todo nuevo; jamás había viajado en avión, jamás estuvo en un aeropuerto, ni siquiera de pasada, ni mucho menos jamás había salido del país. Ambos se miraron y sonrieron; Sofi sabía que Mateo estaba nervioso ya la vez feliz de conocer Italia y ella estaba más que nerviosa, se encontraba aterrada por llevar a conocer a su abuela, que es una mujer muy difícil de llevar. Tomados de las manos como se encontraban comenzaron a caminar hacia donde estaban sus maletas. Luego de esperarlas por varios minutos, se disponen a salir del lugar para tomar un taxi.
—Quindi, per favore Porta Garibaldi —le marca Sofi al taxista, el lugar a donde quiere ir, una vez que subió al auto. Este asiente y toma camino hacia la dirección comandada.
— ¿Cómo estás? —le susurra al oído a Mateo.
—Bien; nervioso, pero bien —contesta el niño.
—¿Por qué nervioso?
—Porque voy a conocer a tu abuela, que vendría a ser mi abuela también, ¿no? —el entusiasmo de Mateo no llega a hacer que ella también tenga ese mismo entusiasmo. En realidad, ella tiene muchísimo miedo de lo que la abuela pueda decir con respecto a Mateo.
—No debes tener nervios —Suspira—. Mira, mi abuela es difícil de llevar y he tenido varios problemas con ella…
—Por lo de la empresa y eso —interviene Mateo.
—Por lo de la empresa y eso —repite Sofi—, por eso no te tomes a mal si no nos recibe con los brazos abiertos, ¿sí? —Él asiente comprendiendo—. Recuerda que es conmigo el problema y no contigo, ¿ok?
—Si te hace mal verla, ¿por qué quieres ir? —indaga el niño.
—Porque quiero que te conozca y sepa qué es lo que hago de mi vida. Quiero que me vea y mostrarle que sola estoy bien y que llegue muy lejos —Le sonríe y acaricia su mejilla—; más lejos de lo que nunca imagine —concluye.
A los cuarenta minutos llegan a la dicha casa, para el esperado encuentro. Tras anunciarse por un portero eléctrico, las grandes verjas negras se abren dando paso a un largo camino de grados. Rodean una fuente y el taxi para en frente de una enorme casa. Sofi paga el viaje y luego baja del taxi detrás de Mateo. Al salir, un hombre con traje de pingüino se dirige con rapidez al maletero.
—La signorina Stagnaro lacsia che ti aiuti — anuncia el hombre conforme toma las maletas.
—Gracias.
El niño se queda asombrado viendo la casa semejante que tenía a la vista. Una casa de tres pisos estilo colonial, con ladrillos a la vista, tejas color chocolate, en el segundo piso se veía un enorme balcón y el porche se encontraba rodeado de flores de estación llenando el aire con su aroma. Mateo se sintió dentro de un cuento parecido al de Hansel y Gretel. « Espero que no salga la bruja a comerme» piensa Mateo al ver el miedo en los ojos de Sofi.
—¿Listo? —Intenta darle valor a Mateo. ¿Pero quién le da valor a ella?
—Listo —asiente él y tomados de las manos comienza su camino hacia la enorme casa, seguido del hombre con sus maletas.
Al entrar a la casa, Mateo pierde el don del habla. Escruta cada rincón con la mirada afilada y la boca abierta.
La sala era enorme con adornos y cuadros del siglo XVI y otros adornos más modernos. Había cuadros de los cuales Mateo no tenía ni idea de qué eran, pero estaba seguro que valían una fortuna cada uno de ellos. Una gran lámpara caía del techo en formas de diamantes, los cuales el niño pensaba que serían diamantes de verdad. Unas enormes escaleras blancas se encontraron en el medio abriéndose para ambos lados. De allí comenzó a bajar una mujer de unos 60 o 70 años, según criterio de Mateo, aunque parecía mucho más joven de lo que se veía. Estaba vestida toda de blanco, llevaba un traje enterizo de gaza y unos zapatos también blancos de tacón aguja. Su pelo era rubio platino, era notable que no era su color original y su cuello brillaba por una gargantilla de oro con dije de rubí haciendo juego con sus aros y pulseras.
-¡Sofía! —exclama la abuela.
—Nonna —saluda un poco renuente Sofi.
—Perche non dici che sareste venunta? (¿Por qué no avisaste que venías?)
—É stata una sorpresa… Ho deciso di vineri all'ultimo minuto (Fue un imprevisto… Decidí venir de última hora)
En ese momento la abuela nota por primera vez a Mateo que las miraba fascinado por como hablaban italiano.
—¿Che é il bambino? (¿ Quién es el niño?) —pregunta arrugando la nariz.
—E' mio figlio… Adottarlo (Es mi hijo… Lo adopté).
-¿¿Venir?? — se lleva las manos a la boca sin poder creerlo.
—Che cosa hai sentito… E' mio figli; e' il tuo nipote (lo que escuchaste… Es mi hijo; es tu nieto).
—Non la mía nipote… Ci vuole il nostro sangue. Il cielo sa che indigente é il sangue che porta (No es mi nieto… No lleva nuestra sangre. Anda a saber de qué indigente es la sangre que lleva).
—Non parlarnen —sisea Sofi.
—Non posso credere che ti ritrovi a fare. E' pazzesco, il peggiori di tutto quello che hai fatto da quando hai lasciato Marco (No puedo creer que lo hayas hecho. Es una locura, la peor de todas las que has hecho desde que dejaste a Marco) —Sofi gruñe al escuchar ese nombre, pero la mujer sigue despotricando sobre ella—. I toui genitori sarebbero molto deluso da te (Tus padres estarían muy desilusionados de ti).
—No —Estalla Sofi—. Sei diluso di me, non Li, mai avrebbero eprego di non imviare questa conversazione avere un po' di rispetto per loro (No. Tú estás desilusionada de mí, no ellos, jamás lo estarían y, por favor no los metas en esta conversación. Ten un poco de respeto por ellos).
—¿Come asi portore questo mormocchio in questa casa? (¿Cómo te atreves a traer a este mocoso a esta casa?).
La mujer seguía horrorizada por tenerlo ahí y ni siquiera reparaba lo que Sofi le decía.
—Non importa quello che pensate. Non sono venuto a discutere, volevo solo che conozcas. Esta era la casa dei mei genitori é quindi anche la mia equi siomo rimasti. (Da igual lo que pienses. No vine a discutir, solo quería que lo conozcas. Esta era la casa de mis padres por ende es mía también y aquí nos quedamos). Toma de la mano a Mateo y lo i***a a caminar hacia las escaleras. Un par de escalones más arriba de donde se encontraba su abuela, Sofi se detiene y la mira por sobre su hombre—. Ti ringrazo di parlare in spognolo davanti a Mateo. Grazie (Te agradecería que hablaras en español delante de Mateo. Gracias).