Después de un largo y extenuante día «aburrido para Lina», todos se encontraba en la casa de ella para una cena familiar. Alex se había encargado de todo y ahora la estaba llevando en sus brazos hasta el comedor, ignorando la protesta de la joven.
—Aquí está nuestra enfermita —se burla Gaby.
—No estoy enferma —gruñe Lina—. Bájame —le ordena a Alex—. Ahora.
—En tu silla.
—Vaya, alguien por fin se puso los pantalones. Jodidamente asombroso —se burla Gaby.
—Y siempre que ella quiera me los quitaré —apostilla Alex y luego le guiña un ojo a su chica.
—O te los puedo quitar yo —interviene Lina.
—Puedes quitarme todo lo que quieras. Es todo tuyo. Todo lo que tengo es tuyo —Le acaricia la mejilla con los nudillos dulcemente y le levanta la barbilla para unir su boca a la de ella olvidándose que no estaban solos.
A lo lejos escuchan una aclaración de garganta y murmullos.
—Todos entregaron sus malditas tarjetas de hombre —bufa Gaby.
—¿Y cuándo piensas entregar la tuya? —pregunta Erik, mientras Alex se encarga de servir la comida.
—Eso no va a pasar, amigo. Como el infierno que no va a pasar.
—Yo creo que eso va a pasar dentro de poco —interviene Ian, mirándolo con malicia.
—¿Ahora eres un jodido psíquico?
Se miran fijo, retándose, e Ian le echa una sonrisita de costado y dirige su mirada a Lina.
—¿Alguna vez Gaby ha tenido algún problema con una mujer?
—¿Algún problema?
—Deberías mantener tu puta boca cerrada, Russel —sisea el morocho sabiendo bien hacia donde iba.
—¿Alguna vez una mujer logró sacarlo de quicio o él ha querido que alguna mujer estuviera lejos de su radar?
Lina ríe.
—Gaby jamás quiere a una mujer fuera de su radar y, hasta donde sé, no ha habido mujer que no haya estado a su lado y entre sus sábanas, bueno, sábanas de hotel debería aclarar. Pero no, jamás tendría a una mujer lejos de él, al menos no sin antes sacar provecho de eso.
—Es un maldito Casanova y el muy imbécil tiene a todas las mujeres a su merced siempre que quiere —acota Sole.
—Soy un macho alfa que puedo decir —entona el aludido con egocentrismo.
—Entonces no lo conocen bien.
Todos lo miran confundidos.
—Tengo la impresión de que Ian sabe algo que nosotros no —dice Erik, acomodando los codos en la mesa para prestar atención a la escena.
—Ian no sabe nada, solo saca estúpidas conjeturas —masculla Gaby.
—Sería bueno que expliques por qué la pregunta, Ian. Te lo agradecería mucho —Lina sonríe con malicia.
—¡¡Lina!!
—Gaby.
—Voy a explicarme —Ian se frota las manos y se acomoda—. Hay una compañera nueva, es un poco irritante cuando quiere, eso hay que reconocerlo, pero el señor aquí presente —Señala a Gaby—, no deja de sacarla de su camino y se pelean mucho debo aclarar.
—Peleamos porque es irritante, como dijiste, se cree que tiene derecho por ser la princesita del fiscal —interrumpe Gaby.
—Tienen apodos —esboza el rubio y pasa a detallarles los detalles.
—Eres un completo idiota, no son apodos lo que tenemos, sino insultos. Sabes muy bien que ocupó mi lugar de aparcamiento en la comisaría…
—Y tú llevaste su moto al galpón…
—Y ella puso cepos en mis cuatro ruedas…
—¿Hizo qué? —Alex casi se ahoga con el vino.
—¿De verdad? ¿Y dónde estaba tu camioneta? —indaga Lina.
—En el estacionamiento de la estación de policía.
Todos se carcajean a gusto.
—Debo conocer a esa chica y definitivamente invitarla a cenar o, a una noche de chicas, lo que sea —asevera Lina.
—Otra más para el clan malévolo —canturrea Alex.
—¿Te las imaginas a Lina y a Alba juntas? —Ian le da un codazo a Gaby—. Sería el maldito infierno para nosotros.
—No lo imagino y eso no va a pasar. Ella no tiene nada que hacer aquí.
Luego de un intercambio de palabras, Lina decide concluir con esa disputa haciéndole prometer que, si algo pasaba con esa chica, la llevaría a la casa y se la presentaría. Renuente tuvo que aceptar después de que lo molestara tanto. De esa forma podría callarse de una vez.
—¿Vas a traer a tu novia aquí? —la vocecita de Aye hizo que todo el mundo enmudeciera.
—No tengo novia, Aye. Ya sabes que soy tan impresionante que todas me quieren y si tengo una novia, voy a hacer sentir mal a las demás —Aye, sin poder evitarlo, rueda sus ojos.
—Tío, si la traes aquí, significa que la quieres de verdad.
—Aye, mi vida, no hay nadie a quien más quiera que a ti.
—Puede ser. Pero si ella viene, más vale que te quiera o la dejo pelada como Lex Lutor —Aye frunce el ceño y Gaby se carcajea.
—No va a ser necesario ya que no voy a traer a ninguna chica.
—Bien.
Otra disputa comenzó, pero siendo la protagonista Aye. Según Gaby y Alex, ella no tendrá novio y menos siendo tan chiquita. Argumento de Alex apoyado por Gaby.
—Pero voy a crecer —se defiende la niña.
—Vas a seguir siendo enana —La voz de Mateo hace que todo quedara en silencio por un instante.
—No creceré físicamente, pero te aseguro que sí de mente, algo que no se puede decir de ti, Splinter.
—Wow, mini-Lina en acción —Se ríe Ian.
—Lo que digas, enana —Ambos se quedaron envueltos en una guerra de miradas, mientras los demás los miraban con si fuera un partido de tenis.
—Mateo —Lo regaña Sofi un poco avergonzada.
—Mantén a tu chico lejos de mi chica —le susurra Gaby a Ian.
—Anotado.
Consiguieron seguir con la cena sin ningún otro altercado. Pocos después Gaby e Ian pusieron al tanto a Lina sobre lo que había averiguado sobre la bomba, dejándole saber que todo estaba bajo control y que llegaría el fin de ese caso. Después de hablar por varias horas, cada uno se dispuso a llegar a sus respectivos hogares. Ian moría de ganas de estar a solas con Sofi, llevarla a su cuarto de fantasías y, además, quería saber qué le ocurría ya que la notaba extraña y muy callada.