En medio de una balacera, en un edificio abandonado a las afueras de la ciudad, se encontraban Gaby, Ian y sus compañeros. Lo que al principio fue una redada, se había convertido en una auténtica batalla campal. Ian se encontraba detrás de unos pales disparando a sus opositores. A su lado, Gaby lo secundaba y también cubría su espalda; al notar que uno de los socios subía las escaleras «seguramente para escapar en el helicóptero que se hallaba en el techo», se levanta para seguirlo.
—Voy tras Arias —le grita a Ian.
—Te cubro.
Gaby sale disparado hacía las escaleras. En el segundo piso, la puerta que da paso a este se abre sorprendiéndolo y algo duro impacta contra su rostro dejándolo medio atontado. Gaby sacude su cabeza para focalizar y ve que lo que lo había golpeado había sido un puño, cuyo dueño medía casi dos metros y era como un armario de grande. Hombros anchos, músculos por doquier, una cicatriz en el pómulo izquierdo y el pelo oscuro casi rapado.
El morocho después de escanearlo le dedica una sonrisa fanfarrona.
—¿Vas a luchar o vas a seguir mirándome? —escupe el hombre grande.
—Estaba tratando de descifrar cuanto mides —suelta Gaby divertido.
—Un metro noventa y cinco centímetros, niño bonito —le contesta con una sonrisa torcida y Gaby asiente entornando los ojos—. ¿Te da miedo mi tamaño?
—No, que va, ya saben lo que dicen —suelta encogiéndose de hombros de manera enigmática.
—¿Y qué es lo que dicen? —pregunta el grandote.
—Cuanto más grande, más duro es el golpe.
El hombre gruñe y se lanza contra Gaby, que lo esquiva con habilidad agarrándose de la barandilla de la escalera saltando hacia unos escalones más abajo.
—No saltes como un maldito chimpancé —escupe el hombre.
—Como quieras.
El hombre se abalanza sobre él de nuevo para encestarle un puñetazo en el rostro, pero Gaby vuelve a esquivarlo y mostrando su agilidad, le destroza la mandíbula con un gancho, provocando que el grandote se desestabilice y quede contra la pared. Sin dejarlo incorporarse le propina una patada en la nariz, rompiéndosela, pero cuando va a meterle una patada con dirección a las costillas, el hombre reacciona girándose y Gaby termina pateando la pared. Con una distancia prudente, el hombre escupe sangre por la boca y se precipita contra Gaby, llegando a darle una patada en los riñones cuando trata de esquivarlo. El hombre grande termina unos escalones más arriba que Gaby y se dispone a abalanzarse otra vez hacia el morocho. Con una velocidad sorprendente Gaby se toma con las dos manos en la barandilla y se iza, abalanzándose en el aire le asesta una patada con las piernas juntas en la espalda haciéndolo caer escalones abajo; Gaby salta sobre él dándole un codazo en los riñones, luego otro en la nuca, lo gira y propina otro en la nariz, dejándolo inconsciente.
—Maldito Goliat —masculla levantándose y sacudiéndose los pantalones.
Se gira y vuelve a retomar su camino con velocidad hacia el techo, para llegar antes que Arias escape.
Noe se situaba enfrascada en una pelea contra Arias en el techo, había querido escaparse en el helicóptero, pero ella llegó antes y jalándolo por los tobillos lo hizo bajar de este, cayendo de jeta al suelo.
Estaba atajando una de las tantas patadas dirigidas a su estómago y tratando de esquivar un puñetazo con intención de magullarle la cara.
—Vamos, muñeca no quiero golpearte de verdad —esboza Arias con tono socarrón.
—Como si pudieras hacerlo.
—Tú lo buscaste —sisea Arias.
Se lanza hacia Noe y le tira un puñetazo con dirección a la cara, pero ella llega a esquivarlo, sin alejarse mucho de él, junta sus manos por las palmas y, entrelazando sus dedos, le golpea con fuerza la mandíbula de abajo hacia arriba. Arias se tambalea unos pasos hacia atrás y ella aprovecha para darle una patada en la rodilla, provocando que caiga apoyando esa misma rodilla y una de sus manos en el suelo. Sin querer dejar que se estabilice, se dispone a lanzarle otra patada con dirección a su rostro, pero Arias la sorprende atajándola, justo a centímetros de su cara y le tuerce la pierna echándola hacia atrás; ella no grita, junta todo su valor y su orgullo, por lo que solo hace una mueca de dolor para después sustituirla por una mueca de rabia.
Arias se levanta y Noe cegada por la furia salta hacia él, pero él le da una patada en la boca del estómago dejándola boqueando por aire como pez fuera del agua. Aprovechando ese momento de debilidad por parte de Noe, se va sobre ella provocando que ambos caigan al suelo. Con velocidad, Noe hace que los dos giren sobre si y termina quedando encima de él. Le da un puñetazo en la garganta haciendo que se quede sin poder respirar, le da otro puñetazo en el ojo izquierdo y cuando estaba por darle otro en el ojo derecho, Arias reacciona e inesperadamente la gira quedando sobre ella; Noe forcejea y Arias le da un cachetazo con la mano al revés para que se calme, pero eso solo hace que se ponga más furiosa y patea su espalda con las rodillas.
—Cálmate preciosa, no quiero que ese lindo rostro se marque —entona acariciando con los nudillos su mejilla.
Ella, al tener una mano libre, tira para golpearlo, llegando a darle en la nariz, lo cual la hace sangrar. Arias enojado la va a golpear, pero no llega a su cometido, ya que es sacado con brusquedad de encima y lanzado sobre la pared, cerca de donde se encontraba la puerta de las escaleras.
Gaby había llegado justo cuando la medía para golpearla y al ver la intención del maldito, vio todo rojo, una neblina escarlata de rabia se formó tras sus pupilas cuando notó que Arias ya la había golpeado y quería hacerlo de nuevo. Sin más preámbulos se dirigió a ellos con toda la furia, despidiendo humo por las fosas nasales y con todos sus músculos tensos para matar al idiota.
Lo arrinconó contra la pared, tomándolo del cuello y levantándolo un par de centímetros del suelo; estaba poseído por un titán, sus ojos oscurecidos y sus venas a punto de estallar.
—No la volverás a tocar —sisea junto al rostro de Arias.
Le da un rodillazo con toda la furia en el muslo izquierdo, el hombre se hubiera caído, si no fuera porque lo sostenía del cuello. No obstante, lo suelta y Arias cae, una vez en el suelo, se coloca sobre él y, de manera frenética, comienza a darle puñetazos en el rostro. Después de unos cuantos golpes, Arias estaba prácticamente inhabilitado y Noe se acerca a él.
—Medina —intenta llamar su atención, pero el morocho no responde, sigue golpeando al hombre—. ¡¡Medina!! —intenta gritándole, pero Gaby seguía fuera de sí, sin escucharla. Noe se acerca más y posa una mano en su hombre con cautela—. Medina —lo llama con un tono moderado, pero lo suficiente fuerte para que la escuche.
De forma automática, Gaby deja de golpear a Arias y se queda inmovilizado; después de unos segundos, su respiración se hace más regular y gira la cabeza sobre su hombro mostrando su característica sonrisa fanfarrona de costado.
—De nada —suelta, provocando que Noe frunza el ceño.
—Que mier… —se calla al comprender lo que Gaby le decía—. Ya lo tenía, idiota —espeta enfadada.
—Sí, lo que digas, cariño —dice con desdén, mientras se levanta y se acomoda la ropa.
—No tenías por qué meterte, inútil. No necesito que ningún Power Ranger me defienda.
Al escucharla, se acerca de manera intimidante a ella, tan cerca que sus narices, apenas, se rozaban.
—No parecía eso cuando llegue —articula apretando los dientes.
—A veces las cosas no son lo que parecen —argumenta de la misma manera.
Gaby sonríe levantando una comisura de su boca.
—Y —La mira de arriba abajo—… ¿Dónde está tu arma? —indaga elevando una ceja.
—¿Dónde está la tuya? —replica sin dejarse amedrentar.
En realidad, el arma de Noe había caído cuando alcanzó el tobillo de Arias para que no escapara en el helicóptero; la perdió en el forcejeo, pero no se lo iba a reconocer a Gaby.
—Aquí —contesta mirando hacia abajo en modo significativo, dándole a entender otra cosa.