Luego de dejar a Lina acomodada en la cama con todo lo que necesitase, Alex salió a buscar a Aye y a Mateo a la escuela. En cuanto dejaron Al niño con Sofi en el restó, Aye se extrañó que le dijera que no bajara, que iban a ir hasta la casa, ya que su madre estaba allí, pero no dijo nada, no quería que Alex la tratara de niña, mucho menos delante de Mateo.
—¿Por qué mi mamá está en casa? —curiosea en cuanto dejaron a Mateo.
—Ella —suspira—… tuvo un accidente.
—¿Qué le pasó?
—Nada, ella está bien, solo debe hacer reposo. Quedarse en la cama por unos días.
Al llegar, Aye corre directo hacia la habitación de su madre, en cuanto entra en esta, corre más rápido para saltar sobre Lina, que estaba acostada en la cama, pero en pleno vuelo Alex logra atraparla. Lina suspira aliviada, sus costillas habían empezado a dolerle con solo ver a su hija como corría hacia ella para saltarle encima. Alex con la respiración agitada por correr tras ella, también suspira y luego la baja con suavidad al suelo.
—Despacio, princesa —le murmura.
Lina le sonríe y extiende la mano indicándole que se acostara a su lado. La niña acude a su pedido sonriendo y, suavecito, se acomoda a su lado apoyando su cabeza en el pecho de su madre.
—¿Qué te pasó? —pregunta la niña.
Lina mira a Alex para saber qué le había dicho y él gesticula “accidente”.
—Tuve un accidente con el auto. Pero estoy bien, solo tengo que hacer reposo. Nada de esfuerzos. ¿Cómo te fue en la escuela?
—Bien —Suspira y vuelve a apoyar la cabeza en el pecho de su madre.
Lina posa su mirada en Alex para que le digiera algo, pero él solo se eleva de hombros y se acomoda a un lado de ellas.
—¿Qué ocurre, Aye?
—Nada.
—¿Tienes problemas en la escuela? —La niña niega con la cabeza—. ¿Te fue mal en alguna prueba? —Aye volvió a negar. Siempre debía sacarle las cosas con tirabuzón y eso le era algo tedioso, pero no le quedaba de otra—. ¿Problemas con algún compañero? Dime que pasa, Aye.
—Es que… ¿Siempre tengo que viajar con Mateo? —Se animó a preguntar.
—Sí, bueno, a veces. ¿Por qué?
—Él me molesta.
—¿Dentro de la escuela?
—No. En la escuela hace como si no me conociera.
—Hoy pelearon dentro del auto —interviene Alex al escucharla—. En realidad, pelean todos los días, siempre alguno tiene algo que decir sobre el otro —Lina se carcajea y Alex la mira frunciendo el ceño—. ¿Cuál es el chiste?
—Nada, dejémoslo ahí mejor.
—No. Ahora habla. ¿Qué es lo gracioso? —insiste Alex.
—Sí, mamá, no es gracioso que me moleste siempre en el viaje —irrumpe Aye apenada y un poco dolida porque su madre no la defendiera.
—No, eso no es gracioso —Los mira sin dejar de sonreír—. Vamos, Aye, no es un mal chico, ya se van a llevar mejor —Aye bufa y tanto Lina como Alex se carcajean—. Bueno, lo que pasa que los dos tienen un carácter bastante picadito.
—Él tiene mal carácter, si siempre me molesta —lanza Aye indignada.
—Aye —habla Alex—. Tú tampoco te quedas atrás, eh, hoy sin ir más lejos le dijiste que no se bañaba —Lina se carcajea y Alex le frunce el ceño al ver como se agarra las costillas, que por reírse le causó un agudo dolor—. Quieta —reprende.
—Sí, pero él me dijo que estaba aullando y no cantando —se defiende la niña.
—Los amores que comienzan con peleas son los más lindos —esboza Lina y ambos la quedan mirando—. ¿Qué?
—Es una niña —gruñe Alex al entender a lo que se refería.
—Ay, por favor.
—¿De qué hablan? No entiendo —intervino Aye sin comprender.
—De nada —contesta Alex.
—Recuerdo que nosotros nos peleábamos también —comenta Lina sonriendo.
Al principio, Alex clavó los ojos en ella arrugando el ceño; no podía decir que a su princesita le gustaba Mateo y menos que a ese niño le gustara su princesita, iba a sacarlo a escopetazos si se le acercaba de más. Sin embargo, luego de recordar y de ver la sonrisa de su mujer, él también sonríe.
—Tú me peleabas.
—Tú comenzaste. Me hiciste pensar que no hablabas español y, además, fuiste grosero conmigo.
—Jamás fui grosero contigo —replica incrédulo.
—Sí, lo fuiste. Te creías muy bonito y muy importante con tus trajecitos italianos, tu porte de Dandy, queriendo pagar la comida, afirmando que me gustabas, pero…
—Basta, Lina —la detiene carcajeándose—. Yo sabía que te gustaba y no lo niegues —La señala con el dedo índice—. Además, no es grosero pagar la comida, es de caballero y sigo usando mis trajes, no soy un Dandy, no me hace falta y —Sonríe—… soy muy bonito —concluye con arrogancia.
—Ay, ya. Tu ego es insufrible.
—Todavía no se dé qué hablan, o sea, sí sé, pero no sé qué tiene que ver conmigo —interrumpe Aye.
—Nada, solo recordábamos —le contesta Lina.
Para Alex, Aye siempre iba a ser su princesita, era imposible imaginársela gustando de alguien, por eso, no podía dejar que Lina le abriera los ojos a su princesita y agradeció en silencio.
Al día siguiente, Alex estaba absorto en su oficina, había dejado a Lina bajo el cuidado de Gloria, no podía estar en mejores manos; Gaby e Ian se estaban ocupando de encontrar a Christopher luego de que Lina les dijera todo lo que sabía, además la explosión fue propósito para que le asignaran el caso. Tenía ayuda de sobra solo le tocaba esperar.
—¿Se puede? —indaga Erik asomando la cabeza por detrás de la puerta.
—Pasa.
—¿Estás ocupado?
—Algo —Suspira y posa su mirada en su amigo—. ¿Pasó algo?
—Solo viene a avisarte que el contrato de Maxwell está listo.
—Bien, después lo reviso.
—¿Qué haces? —pregunta con marcada curiosidad.
—Estoy haciendo los arreglos para la boda.
—¿La tuya? —hace una pregunta estúpida al no creérselo.
—Sí, Erik. No voy a quemarme los sesos por la boda de otro.
—¿Y Lina lo sabe? —cuestiona sin creérselo del todo.
—Sí... Bueno, no —balbucea Alex.
—¿Sí o no? —pregunta con diversión.
—Sabe que nos vamos a casar, si esa es tu pregunta. Pero no sabe que ya estoy haciendo los preparativos —Suspira—. Es una sorpresa.
—Entiendo, ¿pero no se deberían ocupar los dos eso? —interroga, mientras curiosea el ordenador de Alex.
—Sí, pero yo me ocupo de esto… y me estoy volviendo loco —Lo mira—. Ahora te entiendo —le dice, recordando cuando llegó a su oficina agobiado por su boda.
—Pero yo no te entiendo —suelta Erik.
—¿De qué hablas?
—¿Qué carajo estoy viendo en esa pantalla? —lanza haciendo reír a Alex.
—Lo que va a ser la boda —responde todavía riendo.
—Va a ser algo extraña —esboza carcajeándose al ver en qué consistía la boda.
—Sí, va a ser una boda diferente —expresa el aludido.
—¿Por qué no le pides ayuda a Lina? digo, ya que veo que estás un poco perdido en cómo es una boda.
—No puedo, además no queremos una boda común.
—¿Por qué no le puedes pedir ayuda?
—Porque en tu boda jugamos una apuesta, yo perdí y ahora yo me encargo de la boda y ella de la luna de miel —le explica.
—¿Y estás seguro en dejar que Lina se encargue de la luna de miel?
—Sí, ¿por qué?
—¿No tienes miedo que te meta de nuevo en medio de la nada con una docena de tiburones? —bromea y se carcajea. Sin duda estaba divirtiéndose a costa de su amigo.
—Esta vez no me voy a dejar vendar los ojos —asegura.
—No sé, yo tendría miedo, es decir, es de Lina de quien estamos hablando —Lo mira fingiendo seriedad—. Yo estoy preocupado por las cosas que pasan por esa cabecita loca —Alex le da un socarrón en la cabeza y ambos se carcajean—. Aunque viendo algo de lo que va a ser la boda, también temo por tu salud mental. Creo que lo de ella se te contagió.
—No se me contagió nada, ya te dije que queremos una boda diferente.
—¿Pero eso? —Señala la pantalla de la computadora.
—Va a ser una boda temática —se defiende, aunque ríe junto a su amigo.
—Juro que ya quiero que llegue esa boda… Será épica.
—Es lo que quiero, que sea épica, que no se olvide nunca, que nadie se la olvide. Además, está a su altura… estoy seguro —comenta anhelando ese día.
—No se la va a olvidar —Le palmea la espalda—. Nadie se va a olvidar.