Luego de un largo día de trabajo, Ian lleva pizza a la casa de Sofi para cenar. Al llegar, Mateo le abre la puerta anunciándole que Sofi se estaba duchando.
—¿Qué haces? —curiosea Ian al verlo desplomarse en el sofá frente a libros.
—Geometría —Lo ve acomodarse a su lado—. Y no entiendo nada.
—Yo tampoco voy bien en esa materia.
Ambos se miran y se carcajean estaba claro que no iba a obtener mucho del rubio cuando se trata del estudio.
— ¿Qué es lo gracioso? —indaga Sofi al acercarse a ellos.
—Le decía a Mateo lo bueno que soy en geometría —bromea, provocando que Mateo vuelva a reír.
—No te creo nada.
—Lo bien que haces —esboza el rubio y se queda viéndola por un instante antes de volver a hablar—. ¿Vamos?
—Trae a la cocina —dice pasando por su lado.
—Hoy cumpliremos otras de tus fantasías —murmura en su oído al llegar junto a ella—. Tranquila, no traje las bolitas —le hace saber al verla ruborizarse.
Cuando terminó una cena y Mateo se fue a su habitación, Ian se apresuró a ir al cuarto de Sofi, aprovechando que ella estaba limpiando el desastre que habían hecho en la cocina, para dejarla acorde y darle una noche inolvidable, solo con sus caricias.
—¡Guau… que hermoso! —exclama la joven al entrar.
La habitación se encontraba con la luz tenue emitida solo por velas que planeaban por lugares estratégicos, había aroma a canela y chocolate, y la sensual música de Maxwell con la canción “This woman's Worth” de fondo, invadiendo cada rincón de esa habitación.
El corazón de Sofi golpea con fuerza y rapidez en su pecho, Ian se percata de eso y se acerca a ella con lentitud; le tiende una copa de vino y le dedica una provocadora sonrisa cuando la joven se la acepta. En silencio él levanta la copa instándola a que ella también lo hiciera, con sutileza la choca contra la de ella, tintineando un brindis silencio y prometedor. Ambos llevan sus copas a la boca y beben sin dejar de mirarse a los ojos. Luego toma las copas y las deja sobre el mueble, se mueve despacio alrededor de ella conforme acaricia con la yema de los dedos sus hombros en donde, luego de hacer a un lado una de las tiritas de la camiseta, deposita un suave y tierno beso provocando que la delicada piel femenina se erice ante su toque.
—Prometo darte un maravilloso orgasmo con solo acariciarte —susurra.
Con lentitud comienza a bajar sus manos moldeando los lados femeninos hasta llegar al borde de la camiseta y sin apresurarse, la sube hasta quitársela para luego dejarla caer en el suelo. Vuelve a besar su hombro con apenas un roce provocando que Sofi jadee casi sin aire. Vuelve a bajar sus manos, despacio, rozando su piel solo con las yemas de sus dedos, hasta llegar al short, desata el cordón en una maniobra ágil y este cae sobre los pies de la chica. El rubio da un paso atrás para verla con solo su tanga de encaje blanco. Lleva su dedo índice a la nuca de Sofi y con solo su yema baja con lentitud y suavidad por su columna, obligándola a arquearse. Al llegar a la espalda baja y sin dejar de rozarla, mueve su dedo hacia delante bordeando la tanga hasta llegar al vientre femenino. Al sentir cómo la respiración de ella se vuelve errática, le toma de la mano y la obliga a caminar hasta los pies de la cama en donde la deja parada; Bajo la atenta mirada verde, da unos pasos hacia atrás y con una endemoniada lentitud y precisión, comienza a quitarse la ropa hasta quedar solo con su bóxer. Luego de darle unos segundos para que se deleite con su cuerpo, la acomoda en la cama con la cabeza en los pies de la misma y el estómago sobre el colchón.
El rubio toma el aceite de chocolate y canela que yacía sobre la mesita de noche, se coloca un poco en las manos y luego las frota antes de posicionarse frente a la cama, delante de la cabeza de Sofi y con suavidad comienza a frotarle los hombros bajando con lentitud hasta llegar a la parte superior de los glúteos, extiende sus manos hacia los costados del cuerpo femenino y con lentitud las sube hasta llegar a las axilas haciendo levantar sus hombros, obteniendo como recompensa un sensual gemido. Luego de repetir la acción varias veces aumentando más la presión, se sienta ahorcajadas sobre ella, colocándose justo debajo de su culo, dejándola sentir su prominente erección, comienza a masajear la parte superior de los glúteos con movimientos suaves y circulares observando como la tensión de la espalda de la joven se disparaba, permitiendo que más sangre fluya a sus órganos sexuales. Ian empieza a masajear las nalgas con los antebrazos de manera circular y Sofi no puede más con su excitación, todo su cuerpo está en llamas al sentir las manos masculinas tocando sus partes erógenas.
Él se dispone a masajear los muslos internos de la chica con la presión justa para obligarla a jadear apretando los dientes y rogarle a que la haga suya. El rubio, raspa con sus dientes una de las nalgas conforme sube, para luego pasar su lengua y saborear el chocolate. Al llegar al cuello, besa ese punto sensible detrás de la oreja y sin poder evitarlo, muerde el lóbulo con ligereza, haciendo un enorme esfuerzo para contenerse y no tomarla, rompiendo su promesa de darle un orgasmo con solo caricias. Con suavidad, la gira quedando frente a frente, unta más aceite en sus manos y los lleva a los senos de Sofi, otra zona erógena que hace que ella se muerda los labios ante la excitación. Amasa con suavidad los pechos turgentes con movimientos delicados sin tocar los pezones, enfatizando la fogosidad y la espera. Poco después, los masajea sintiéndolos duros, los rosa colocándolos entre sus dedos, al tiempo que desciende desquiciadamente lento, después se sirve de ellos, se lleva uno a la boca en donde lo raspa con los dientes para luego soplarlo y volver a raspar, hasta que hace presión con su lengua, es en ese momento en que ella explota dejando escapar un grito ahogado.
Ian cumplió su promesa y con solo caricias la izó hasta el submundo.
—Nunca pensé que fuera posible —esboza a media voz antes de llevarse las manos a la cara—. Que vergüenza —exclama.
—Hey —Despacio le quita las manos del rostro—, estuviste increíble. Fue muy sensual, verte correrte y ver cómo reaccionabas ante mis caricias; no tienes de qué avergonzarte. Tus suaves movimientos y el que estés de bajo de mí, fue tan erótico.
Besa sus labios con dulzura, pero Sofi seguía abnegada.
— ¿Quién puede tener un orgasmo con solo un roce?
—Cualquier mujer apasionada —Se toma unos segundos—. Además de cualquier mujer que esté bajo mis roces —bromea.
—¡Ay, por favor! —exclama, aunque todavía avergonzada.
—Mira —Le toma una mano y se la lleva a su erección—. ¿Lo notas? ¿Notas cómo me pusiste? Tengo las pelotas moradas por tu culpa —Ella ríe e Ian se le llena el pecho de orgullo y admiración al escucharla—. Podríamos hacer algo con esto —murmura cerca de su boca.
Sofi lame su labio inferior por instinto, provocando que la virilidad de Ian palpite por lo que la besa con fervor; primero lame el labio superior de Sofi y luego el inferior humedeciéndolos a su gusto para después succionar ambos. Con un movimiento ágil, le separa las piernas y se coloca en medio de ellas, con lentitud extrema entra en ella robando gemidos de ambos y sin separarse ni un centímetro, hicieron el amor, emitiendo gemidos que se acoplaban a la sensual voz de Maxwell.
Ambos llegaron a un orgasmo épico dejándolos sin fuerzas y fueras de sí.