Gaby sale de la estación de policía y se dirige hacia el estacionamiento en donde tiene aparcada su camioneta, pero al llegar se encuentra con algo inesperado y hasta ilógico. Su preciada Tahoe tiene cepos en sus llantas.
«¿Cepos? ¿Cómo podía ser?».
—Esto no está pasando —murmura—. Carajo, esto debe ser una jodida broma —gruñe perdiendo la paciencia.
—¿Qué pasa, Medina? —curioso Ian acercándose y suelta una carcajada al darse cuenta de la situación—. ¿Quién carajo pone cepos en un estacionamiento? —suelta un poco incrédulo y divertido.
—El que me hizo esto, me la va a pagar —sisea el morocho apretando los dientes.
— ¿Quién cree que lo hizo?
—No tengo ni puta idea.
—Llamaste a tu amigo, ¿el que tiene la grúa? Quizás sepa algo.
-No. Dudo mucho que supiera algo, sino que me había informado. Sabe bien que es mi camioneta, no le pondría cepos tampoco —deja salir un gruñido animal—. M****a, si hasta dice mi nombre —En ese momento se escucha el estruendoso sonido de una moto y luego el claxon, obligándolos a girar y mirar. La bocina suena una vez más para luego seguir su rumbo—. Alba —grazna.
—¿Dices que la chica vampiro hizo esto?
—Y ¿quién más? Ella tiene los medios para que cualquier idiota ponga cepos en un estacionamiento y hasta en uno de policías —argumenta—. M****a, si es la jodida hija de un puto fiscal.
Ian lo observa maldecir hasta en arameo y se ríe ante tan ridícula situación y por la osadía de aquella chica.
—Vamos, te llevo. Cuando volvamos nos encargamos de tu camioneta.
-No. Quiero encargarme ahora —niega el morocho con terquedad.
—Van a tardar en venir y quitar los cepos, vayamos al resto con los demás.
—Ok, querubín, pero esta me la cobro —promete, dejándose guiar por el rubio.
—Creo que encontraste a tu Némesis —bromea Ian provocando risas en ambos.
Al llegar al resto, Aye es la primera en ver a su tío y corre hacia él.
—Hola, princesa.
—Hola, tío —saluda abrazándolo con fuerza.
— ¿Cómo estás, ratonsuela? —esboza Ian pellizcando la nariz de la niña.
—No hagas eso, grandulón —se queja Aye.
—¿Cómo va, chico? —saluda el morocho a Mateo luego de bajar a Aye.
—Todo bien.
— ¿Cómo estás, Mateo? —saluda Ian.
—Bien.
— ¿Qué te pasó en la mano? —indaga el morocho mirando a Alex.
—Un accidente en la oficina —responde haciendo notar que debían hablar.
—Vayan a ver si Tony y Sole necesitan ayuda en la cocina —les pide a los niños con suavidad—. Hola, Li —saluda conforme la abraza para luego instarlos a que cuenten lo que sucede.
—El hermano de Rafa estuvo aquí —le hace saber Lina.
—¿Qué quería?
—Quiere vengarse de Christopher. Sabe que mató a Rafa.
—Pero Donovan está en Estados Unidos, lo están investigando allí —interviene Ian.
—Al parecer Santiago no lo sabe —indica Alex.
—De todas maneras, ¿qué quería aquí? —inquiere Gaby.
—Que lo ayudase con su venganza —responde Lina.
—Ni de m****a. No te vas a metro en eso, no de nuevo —sentencia el morocho.
—No lo va a hacer, pero ahora hay que tener más cuidado. Las cosas se van a poner peor —Alex observa a Ian—. Y hay que tener vigilado a ese tal Santiago.
—Sí, de eso me voy a ocupar en cuanto llegue a la estación —habla Gaby.
—No hagas eso —esboza Lina borrando el ceño del morocho con sus dedos.
Él le muestra su hermosa sonrisa ganadora y le quita las manos.
—No lo hago más, pero no me trata como si fuera de cera y puedas amoldar mi rostro.
—¿Y tú camioneta? —curiosa al ver que no veía semejante monstruo fuera del resto.
Ian suelta una sonora carcajada.
—Mejor no preguntes —masculla mirando con enfado a Ian, que se reía de su situación.
—Qué no me estás diciendo, Gabriel Medina.
—Nada… Tengo hambre —Cambia de tema frotándose la barriga—. ¿Vamos a comer? —insta sonriendo para que no siga preguntando.
Ella asiente sabiendo que por el momento no iba a sacar nada, sin embargo, él es consciente de que más adelante no le va a resultar fácil desviarle el tema a Lina.
Esa noche Gaby tenía que sacar tensiones y la mejor manera de hacerlo era ir al antro y buscar con quien jugar.