Capítulo 42

En los altavoces del resto sonaba la canción “All the time” de Jetemih ft Lil' Wayne & Natasha Mosley, mientras Sofi estaba concentrada en el inventario y sumida en la música, Tony salía de la cocina y se acercaba a ella para tenderle una mano con las cosas que faltaban.

—Sole me echó de la cocina —anuncia—. Está haciendo unos enormes pasteles y bocadillos para la boda de Alex y Lina —explica.

—Pero eres el mejor en las cosas dulces.

—Sí, yo me ocuparé de eso, pero ella está encajetada con hacerles el pastel —Deja escapar un suspiro—. Cuando termine haré otro pastel yo para que elijan.

— ¿Lina no sabe que Alex ya se está ocupando de la boda?

—Nop. No sabe absolutamente nada y quiere que siga así hasta que él decida cómo decirle la fecha.

—Es decir, hasta que él tome coraje para lanzarle la fecha de la boda.

Ambos ríen justo en el momento en que las puertas del resto se abren.

—Llegó Ken —pronuncia Tony observando al hombre que había aparecido el día anterior con la rubia esbelta.

—Y parece que sin Barbie —segunda Sofi.

Luego de la formalidad del saludo, Sofi recuerda su pedido del día anterior y se dispone a prepararlo cuando las puertas del resto vuelvan a abrirse dejando paso a una Lina enfrascada en una conversación por celular.

El hombre observa cada movimiento y gesto de la recién llegada, pero ella no se percata de aquel escrutinio.

—Ya, ya… Tengo la bendita pulsera de Ian, todos sabrán dónde estoy. Por Dios, es peor que ser una presa domiciliaria. Es ridículo, Alex —vocifera mostrando su enfado.

—Lina, por favor. Estoy lejos; solo quiero estar tranquilo, odiaría que les pasase algo a ti oa Aye y yo esté en la otra punta del mundo sin poder hacer nada —esboza Alex con paciencia del otro lado de la línea.

—No pasará nada, ya no puedo seguir así. Esto me vuelve loco. Primero…

—Lina, solo serán unos pocos días —le interrumpe Alex—. Ten un poco de paciencia y no te quites la pulsera ni para ducharte. ¿Puedes hacerlo?

—Bien —dice al mismo tiempo dejando salir un suspiro.

Al llegar al mostrador donde se encontraban los demás, se le da por levantar la vista y les echa una mirada por estar pendiente de su conversación, con rapidez cada quien se pone a hacer sus tareas disimulando algo que ya era una obviedad. El chico apodado “Ken”, sonríe al ver como los demás comienzan a moverse con velocidad.

—Cariño, debo irme a una reunión, te llamo más tarde, ¿sí?

—Está bien. Hasta luego.

-¿Ángel?

-¿Si?

—Te amo.

—Te amo —pronuncia antes de acabar la llamada y posa sus ojos en Tony.

—Yo no hice nada —se apresura a decir el susodicho.

—No te dijeron que es mala educación escuchar conversaciones ajenas?

—Estabas prácticamente a los gritos. Era difícil no escuchar —se defiende el boricua.

—Buenos días, señorita Lina —escucha a su espadada y se gira para ver y darse cuenta de que el hombre del día anterior también estaba escuchando su conversación privada.

—Eh… Hola. Buen día —balbucea por la sorpresa y se golpea mentalmente por su tartamudeo y por no haberlo visto antes.

— ¿Cómo se encuentra? —quiere saber el joven.

—He tenido mejores días —Le dedica una sonrisa—. ¿Y usted? ¿Su novia?

—Si se refiere a la mujer que estaba ayer conmigo; no ha venido —indica tomando el café que le había tendido Sofi—. Y no es mi novia —manifiesta antes de girarse e irse a sentarse en una mesa.

—Ayer no parecía eso —esboza Tony.

—Como si me importara —expresa Lina elevándose de hombros.

—¿Qué pasa con Alex? —quiere saber Sofi.

—No hace ni un día que se fue y me está volviendo loca con su paranoia.

—Solo está preocupado y te cuida —indica Tony.

—Me sofoco.

—No hay mares tan dura. Cualquiera que estuviese en su lugar estaría preocupada si tuviera un mafioso tocando las narices a su mujer —analiza Sofi.

—Eso no quita que no esté cansada.

—Creo que te hace falta una mimosa —suelta el boricua.

—Tony, es muy temprano para tomar alcohol.

—No es para que te pongas como una cuba, solo es para relajarte.

—Bien, veamos si tienes razón —acepta.

—Ya vuelvo.

Tony desaparece en la cocina y ellas lo observan sonriendo.

—Lina, necesito pedirte algo.

-Diez centavos.

—Necesito unos días libres. Es que sabes que adopté a un niño y dentro de poco lo iré a buscar y llevar a casa. Quería saber si me dabas unos días para poder acomodarnos. También debo cambiarlo de escuela, quiero llevar a una más cerca de mi casa y…

—Está bien, Sofi —La detiene Lina—. Avísame qué día así llamo a Tamara para que venga a suplantarte.

—Gracias.

—No hay problema. Imagino que lo traerás aquí, para poder conocerlo y mal criarlo, ¿verdad?

—Sí, lo haré.

—Más te vale. Ian va a flipar, como dice Tony.

—¿Por qué?

—Porque a él le encantan los niños. Tanto él, como Gaby se comportan como críticos cuando están con Aye. Además, Alex me contó que ayudaba a los niños que podía de los casos que le tocaban.

—No sabía, ni tampoco me lo imaginaba. Parece un tipo tan duro de roer.

—Es solo apariencia. Por dentro es un nivel.

—Disculpen —interrumpe “Ken”—. ¿Podrían darme la cuenta?

 —Claro, pero no se debería haber levantado, nos hubiera llamado.

—No te preocupes, Lina. No me molestes.

—Aquí tienes, preciosa —anuncia Tony saliendo con la mimosa.

El joven la observa con una ceja elevada y media sonrisa marcada en el rostro. Lina levanta sus hombros, no iba a justificarse por nada.

—Debo irme, hasta mañana —dice el joven.

—¿Mañana vuelve?

—Al menos que eso le moleste, sí.

—Nop; Está bien por mí.

El joven cruza las puertas del resto y Lina toma la copa de Tony y de un solo trago se acaba la bebida.

—Delicioso. Quiero más.

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