Luego de que lo convencieran para que se tomara las cosas con calma, se fue directo a la casa de Gaby, de nuevo, no se iba a quedar tranquilo con unas simples palabras desordenadas de Lina, iría por Gaby. Al llegar, después de tocar varias veces el timbre, el morocho abre la puerta con el torso desnudo, solo llevando un chándal; Estaba descalzo y todo sudado.
—¿Qué hay, querubin?
—Tenemos que hablar —suelta antes de rodearlo y entra en la casa sin esperar a ser invitado.
—Pasa —ironiza Gaby, todavía con el picaporte en la mano.
—¿Por qué no puedo leer el expediente de Sofi? —le pregunta sin rodeos, ya sentado en el sofá.
—Mmm... ¿Por qué necesitas lentes? —bromea, mientras se mueve hacia la nevera para sacar unas cervezas.
—No juegues conmigo, Medina, sabes de lo que hablo —Gaby le tiende una cerveza y se sienta a su lado.
—Lo hice porque me lo pidieron.
—Lina —suspira Ian y Gaby asiente—. Ya hable con ella.
—Pero si estás aquí, quiere decir que no te dijo nada, ¿verdad? —deduce sonriendo.
—Nada... Solo que no es algo por qué preocuparse y que lo que hace es algo maravilloso y todas esas tonterías —bufa el rubio.
—Bueno, si Lina lo dice es porque es así.
—Acaso somos títeres de Lina? —inquiere y Gaby frunce el ceño—. ¿Por qué ella tiene que saber lo que pasa con Sofi y yo no?
—Ian, Lina no nos maneja como títeres, no hables así de ella. No la conoces como yo, así que, cuida lo que dice de ella y con respecto a Sofi, ella trabaja para Lina y también es su amiga... ¿Te recuerdo que cuando llegaste a Buenos Aires ellas dos ya se conocían? —Lo mira elevando una ceja—. Además, no sé qué te preocupas si no te cansas de decir que no pasa nada con ella —aguijonea.
—Y no pasa nada —concuerda.
—Bueno —Se eleva de hombros con despreocupación—, en ese caso, no te importaría si la invitación a salir, ¿verdad?
—¿Qué? —escupe el rubio casi ahogándose con su cerveza.
—Bueno, es que escuche a Tony decir que ella leía unas cosas medias extremas y quiero llevarla al…
—No —grazna Ian repentinamente, callando la idea de Gaby—. No vas a llevarla a ese antro —demanda.
—¿Por qué no? —Gaby se sonríe al ver como aprieta la mandíbula—. Si ella quiere saber sobre esas cosas... Alguien tiene que enseñarle —Se vuelve a elevar de hombros y toma un sorbo de cerveza.
—No vas a ser tú. Lo digo en serio, Medina, aléjate de ella —le advierte y Gaby se carcajea.
—¿Por qué te cuesta tanto decir que algo te pasa con ella? —le pregunta con un semblante entre serio y divertido.
—No sé lo que pasa —dice soltando todo el aire de una sola vez.
—En eso eres parecido a Lina, siempre tratando de desmentir sus sentimientos y fingir que no sabe qué es lo que pasa... Bueno, hasta que conoció a tu primo y la puso en su lugar —Gaby suelta una sonora carcajada por su propio pensamiento— Quién iba a decirlo —le dedica una mirada sonriente a Ian—. Ahora te toca a ti —entona palmeándole la rodilla.
—Es una jodida bruja.
—¿Qué?
—Lina… desde que me conoció, dijo que alguien me iba a agarrar de las pelotas y yo negándome… y mírame ahora —Levanta los brazos dándole espacio a Gaby para que lo observará.
— ¿Estás asumiendo que te tienen agarrado de las pelotas? —azuza riendo.
Se levanta con velocidad del sofá y camina con dirección a la habitación.
—¿Qué haces? —le grita Ian al ver que vuelve con una cámara en mano.
—Tengo que inmortalizar el momento justo cuando te diste cuenta que caíste en las telarañas de una mujer —Comienza a sacar fotos en secuencia, una tras otra.
—Basta, Medina, no seas idiota. No caí en ninguna telaraña, todavía no —afirma y Gaby toma asiento a su lado.
—Ok… Entonces hasta que caigas en su telaraña, voy a salir con ella —dice con rapidez y se levanta antes de que Ian lo llegue a tocar con su puño.
—No vas a salir con ella, ya te dije que te mantuvieras lejos; aleja tus manos de Sofi, Gaby, o te las cortas y no te van a servir ni para hacerte una paja —amenaza consiguiendo que el morocho se carcajee aún más.
—Esto es increíble, vienen los gringos a llevarse a nuestras mujeres —esboza con diversión—. Inaudito —exclama fingiendo seriedad.
—Sofi no es tu mujer —apunta el rubio levantándose de donde estaba sentado.
—Tampoco tuya —canturrea Gaby.
—Pero lo va a ser —lanza y luego abre bien grande los ojos al darse cuenta lo que dijo.
—Disculpa, ¿qué dijiste? —interroga aguantándose de no reír.
—Nada —dice de mal modo y se desploma de nuevo en el sofá.
— ¿Quieres ver Rambo? —pregunta desconcertando al rubio.
—¿Qué?
—O tal vez quieras ver Alguien como tú —sigue preguntando ignorando la confusión de Ian.
—¿De qué carajo hablas?
—Bueno, es que cuando pasa algo o las chicas andan de mal de amor, nos juntamos y vemos algunas de esas películas, mayormente gano yo y vemos Rambo… Eso sí, no tengo helado, lo acabé anoche —comenta, todavía riéndose a costa del pobre chico.
—No ando mal de amor —refunfuña.
—Era una idea —tira elevándose de hombros.
—Te estás divitiendo, ¿verdad?
—Siempre —exclama despreocupado, haciendo que el rubio se nigue con la cabeza sonriendo.
Nunca va a poder con el humor de Gaby, el muy maldito sabe cómo azuzarlo y lo mejor de todo es que no le importa, el morocho se divierte a su costa y no hay nada que Ian pueda hacer.