Acapulco...
—¡Mi amor, vamos a llegar tarde! —le grita Erik a Sole que hacía media hora que se encontraba encerrada en el baño. Ella sale mostrando que no se ve muy bien, por lo que Erik se preocupa por su salud—. Te ves pálida. ¿Qué te ocurre? le pregunta ahuecando su rostro con las manos.
—No sé, creo que la comida me cayó mal —responde en voz baja.
— ¿Quieres que nos quedemos aquí?
—No, no hace falta. Vamos, hoy es nuestra última noche aquí —Le dedica una sonrisa para que Erik confíe en que ella se encuentra mejor.
—Segura? Porque no importa la cena, habrá más, tenemos tiempo.
—Quiero ir —asegura.
—De acuerdo, pero en cuanto algo esté mal me lo dices inmediatamente y volvemos a la habitación, ¿sí? —le pide cariñosamente.
-Si.
—La amo, señora Dunckan —murmura, mirando los ojos color miel de su esposa, esos que él siempre quiere ver antes de dormir.
—Lo amo, señor Dunckan —susurra la pelirroja y avanza hacia los labios de su esposo.
Luego de un beso arrasador, salen de la habitación