Capítulo 154

Al pasar cerca de Mateo, esta le pregunta si encontraron al tipo que hizo daño a su mamá, Ian lo tranquiliza.

—Está en la cárcel, ya no va a dañar a tu mamá de nuevo, ni a nadie más —le asegura.

—Gracias.

Esa palabra fue casi un susurro, pero Ian la escuchó bien clarito, por lo que, revolviéndole el cabello y dedicándole una sonrisa tranquilizadora sigue su camino hasta la habitación de su mujer.

Al entrar, Ian cierra la puerta tras sí y como le había dicho Lina y su primo, Sofi estaba dormida. Por lo que se queda apoyado en la puerta cerrada, cruza los brazos al pecho y tal cual le dijo a Alex, él se queda observándola dormir. Para Ian su mujer es como un ángel cuando duerme ya a pesar de que estaba muy golpeada, su brillo y su paz estaban ahí dentro de ella y alumbraba todo a su alrededor e Ian eso lo podía ver hasta con los ojos cerrados. Ella es todo para él, Sofi le enseñó como amar, como ser amado. Como ser un mejor hombre, una mejor persona, como confiar en una mujer, en una persona. Ella le enseñó todo sobre ser alguien mejor y de él depende cuidarla y protegerla de todo y de todos. Nadie va a volver a tocarla y eso es algo que se prometió y va a cumplir hasta el día que deje de respirar, ya no va a tener un descuido, no puede permitirírselo. No se perdonaría jamás si algo le llegara a suceder otra vez bajo su ala. El rubio la iba a mantener ahí y nadie se le iba a acercar con mala intención. Además, todavía tenía el ácido en su estómago por no decirle a Mateo quien fue el que dejó así a su mamá, pero sabía que él no podía decir nada sin la autorización de Sofi, no estaba seguro de que ella quisiera contarle a Mateo quien fue él que la tocó de esa manera. Pero no iba a decir nada al menos que Sofi le diera el “ok”. Por lo que solo se iba a limitar a cuidar de su mujer. No podía dejar que nada le pasara y esa era su prioridad, no después de todo lo que pasaron juntos. No después de remar tanto para que ella vuelva y para que él confie. Eso no iba a pasar.

Para él, Sofi es la mujer más hermosa y amorosa del mundo. Recuerda cuando la conoció, como era de tímida y como se sonrojaba tan solo porque él la miraba un poquito fuerte. Pero lo que más le encantó de ella, fue que dentro de ese pequeño cuerpo tímido, había una mujer que deseaba ser deseada y que estaba llena de curiosidades sexuales. Ella quería explorar, sentirse amada, deseada y él era el hombre justo para eso. Lo sabía en aquel momento y lo ratificó en ese preciso momento. Él es para ella y ella es para él. Para todo lo que ambos necesiten. Los dos aprendieron cosas del otro y así es como debía ser. Él lo sabe y esta jodidamente seguro que ella también lo sabía.

Con lentitud, Sofi comienza a abrir los ojos tratando de acostumbrarlos a la luz de la habitación. Una vez que sus ojos se ajustaron al resplandor, ella clavó el verde bosque de ellos en el azul océano de Ian. Él la miraba con adoración, con admiración, cada gesto era una caricia hacia ella, Sofi lo podía sentir en su piel sin importar que estaba a metros de distancia. Ian le regala una sonrisa con amor y ella se la devuelve sin siquiera pensarlo, ella lo ama y él lo sabe.

— ¿Cómo estás? —se preocupa, mientras camina hacia ella.

—Bien —murmura la joven.

— ¿Necesitas algo? —quiere saber.

—Solo a ti —contesta sonrojándose.

Todavía no se acostumbra a pedirle lo que quiere y eso es algo que a él le llena de ternura.

—Ya estoy aquí —Le toma la mano y besa el dorso de su muñeca con suavidad y dulzura—, y no pienso irme a ningún lado —le promete.

—¿Qué hora es?

—Tarde —le sonríe de nuevo—. Debes descansar para ir rápido a casa —prácticamente Ian le estaba haciendo morritos.

—Es la idea —musita ella y él le da un tierno beso en los labios con mucha delicadeza para no hacerle doler, ya que tiene los labios lastimados por la golpiza que recibió del padre de Mateo—. ¿Cómo está Mateo?

—Está bien. Esta afuera esperando por ti —le avisa.

— Debería ir a casa, es tarde —Ian asiente y le da un beso en la frente.

—Le voy a decir a Lina que se lo llevará esta noche con ella —enuncia en voz baja.

— ¿Lina está aquí? —pregunta asombrada.

—Esta afuera. Todos están aquí, Sofi —A ella se le hizo un importante nudo en la garganta y sus ojos de llenaron de lágrimas.

—Pero me dijiste que es tarde.

—Y ellos también lo saben —Sofi niega con la cabeza sin poder creer que todos estaban esperando por ella—. Están aquí por ti, Sofi. Son tu familia, siempre van a estar. Siempre vamos a estar —le hace saber sonriéndole ya ella las lágrimas se escaparon caminando por su sien hasta llegar a la almohada—. No llores, mi amor —le limpia las lágrimas con su pulgar y besa su frente.

—¿Lo encontraste?

Ian sabía muy bien por quien preguntaba, por lo que asiente con la cabeza y besa sus labios otra vez.

—Gaby lo encontró y yo le di su merecido —Su voz sonaba un poco áspera, pero su rostro no mostraba lo mismo.

A ella la miraba con amor y no iba a dejarse llevar por la rabia hacia esa escoria. No delante de Sofi.

—No lo…

Las palabras se desvanecieron en el aire e Ian ladea la cabeza sabiendo bien lo que preguntaba.

-No. Él está preso. Quizás lo golpeé un poquito, pero llegó a la estación de policía —le sonríe y ella niega con la cabeza.

—Gracias.

—No lo hagas —le advierte.

—Que no haga qué? —pregunta confundida.

—No me agradezcas por agarrar a ese hijo de puta —Clava sus ojos enredándolos a los de ella—. No tienes que hacer eso. Era lo que tenía que hacer y más también, eres mi mujer y te amo, mi deber es cuidar de ti. No voy a mentirte, si no fuera por Gaby lo mataba, es de los que se merece, pero de alguna manera Gaby me hizo entrar en razón y ahora está en la comisaría y te aseguro que no va a salir por un largo tiempo.

—Pensé que iba a terminar con mi vida —solloza Sofi.

—Eso no iba a pasar por qué yo iba a quemar la ciudad entera si eso llegara a ocurrir —acuña el rostro de ella entre sus manos—. Si alguna vez alguna cosa extraña te pasa, prométeme que me lo dirás, no lo dejaras pasar, no pensaras que no es nada y vas a decírmelo, vas a confiar en mí, así como yo confío en ti —le pide en casi una súplica—. Promételo, Sofi.

—Lo prometo, cualquier cosa que sea voy a decírtela. Lo prometo.

Ian asiente satisfecho y la besa por varios sectores del rostro.

—Hay algo que me está haciendo ruido —entona con seriedad.

— ¿Qué cosa? —Indaga Sofi.

—Mateo —Ella frunce el ceño sin entender—. ¿Vas a decirle que fue su padre el responsable? —pregunta con mucho cuidado.

—No lo sé —murmura tan bajito que Ian tuvo que acercarse más para escucharla—. Sé que debe saberlo, pero es muy chico y tengo miedo que tenga rencor dentro suyo y que no haya vuelta atrás después de eso. No quiero hacerle daño —Con la mirada Sofi le estaba suplicando mantener todo sobre el padre de Mateo en secreto—. Quizás cuando sea más grande le explicaré con exactitud lo que pasó. Todo desde que fue encontrado por su vecina hasta lo que acaba de ocurrirme.

—Está bien, voy a apoyarte. Pero ¿te puedo ser sincero? —Sofi asiente con un movimiento de cabeza—. Pienso que debería saber quién fue y por qué fue. Él va a entender.

—Ian, no…

—No te preocupes, te entiendo. Cuando sea el momento le diremos la verdad. Cuando tenga la edad suficiente para enfrentar la basura que es su padre, le diremos todo.

Sofi comienza a derramar lágrimas por lo que estaba pasando, no tenía que ver tanto con ella, si no más con el hecho que era el padre de Mateo quien había causado todo eso. El día que Mateo se enterara de todo el mal que había hecho su padre por tanto tiempo, le iba a romper el corazón en mil pedazos. Pero como le dijo Ian, él se merecía saber todo con respecto a su padre, ya que es parte de su vida de alguna manera. Pertenece a su historia y no puede no saber de dónde viene así fuese que sea del peor lugar del mundo. Mateo no se merece ser un ignorante de su propia vida y ella, cuando llegara el momento de hablar, debía tomar todo el coraje que poseía y ser honesta y sincera con su hijo. Porque desde el primer día que lo llevaron al hogar de acogida y ella lo vio, Mateo fue a ser su hijo, sin ninguna duda al respecto.

 

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