Capítulo 148

Gaby logra salir de la habitación y cerrar la puerta tras sí, antes de que un cenicero de vidrio sea estrellado contra la puerta, él pudo escuchar como la mujer lo llamaba de todas las formas inhumanas que se le podrían ocurrir y las que no también. Niega con la cabeza por la loca con la que estuvo un buen rato ya quien le mostró sus dotes en la cama, conforme deja ver una sonrisa torcida conforme sale del hotel para llegar cuanto antes al lugar de los hechos y buscar al cobarde que le puso las manos encima a la mujer de unos de sus mejores amigos.

El morocho se apresura a llegar a la estación de policía, en cuanto entra encamina hacia la única persona que podía ayudarle en ese momento. En su camino se encuentra con Alba, pero pasa de ella, a Noe le llama la atención de verlo a esas horas ahí, luego de una redada, sin embargo, solo lo observa caminar con el ceño fruncido y evitando todo contacto visual con sus compañeros. Era extraño verlo con cara de enfado, eso fue lo que le llamó la atención, pero no había buena relación como para preguntarle qué era lo que le sucedía.

—Correa —saluda el morocho en cuanto llegó a su destino.

—Medina, ¿no te habías ido ya? —indaga su compañero.

—Necesito que me muestres unas cámaras de vigilancia —Su compañero lo observa por unos segundos de más, le parecía raro que lo llamara por su nombre y no lo llamara por algunos de esos apodos que tenía para él—. Correa —llama de nuevo para espabilarlo.

 -Si; Sí, claro. Dime dónde.

La seriedad y el ceño fruncido del morocho, le indicaba que era algo importante.

—Esta dirección —Le tiende un papel con la dirección de Sofi.

— ¿Esa no es la dirección de…?

-Si.

-De acuerdo. Margen de horario —le pide.

—A partir de las ocho y media.

-De acuerdo.

Correa se pone a trabajar, apura las cámaras para llegar al horario, visualizando el apartamento de Sofi.

—Ahí —Detiene el morocho—. Ahí está Sofi.

Correa detiene la velocidad para que el vídeo corra de forma normal. Ambos observan con detención, el momento en que Sofi está buscando las llaves para entrar al edificio. En ese momento pueden ver a un hombre acercarse a ella e increparla desde atrás. Gaby podía ver el miedo en los ojos de la chica cuando el hombre la giraba hacia él, se notaba que algo le decía, pero no podía distinguir qué era lo que le decía. Gaby cierra los ojos, aprieta los puños y rechina los dientes cuando ve que el hombre le propina el primer golpe dejado a Sofi inestabilizada.

—Carajo —murmura Correa al ver cómo el hombre le seguía pegando a la chica sin importarle que ya no podía reaccionar a los golpes, sin siquiera importarle el llanto y la sangre que emanaba Sofi.

—Deténlo ahí —ordena el morocho. Ya no quería ver más, pero más que nada, ya tenía una vista limpia del rostro del desgraciado—. Imprímelo, por favor.

—Esta bien —el compañero acata la ordena y luego le pregunta—: Medina, ¿ella está bien?

—Está en el hospital.

—Pero ¿va a estar bien? ¿Está fuera de peligro?

Gaby clava sus ojos en su compañero, no estaba seguro de cómo responder a eso.

—Por el bien de todos esperemos que sí —En ese momento le llega un mensaje de Ian, en el mensaje ponía que el hombre que había atentado contra Sofi era el padre de Mateo, el morocho ya tenía un margen bastante amplio para poder trabajar y encontrar—. Averíguame todo sobre este hombre —le pide, mostrándole el nombre que recitaba en el mensaje.

—Enseguida.

Correa se pone a trabajar en ello conforme Gaby sale de allí para ir al baño, en cuanto llega, se lava la cara, se echa bastante agua tratando de calmar su rabia y frustración. Todavía no podía creer que sus mujeres, su familia corrieran peligro teniendo a ellos como policías. ¿Qué estaban haciendo mal que no podía proteger a sus seres queridos? ¿Cuál era el maldito problema que siempre alguien lastimaba a su familia? ¿Qué podía hacer para que todo aquello no volviera a pasar? No solo se trataba de Lina, sino de todos ellos, ahora se veía acorralado con la situación de Sofi. ¿Cómo habían llegado a eso? ¿Cuándo se terminarían los disgustos? ¿Cuándo iba a dejar de sentirse tan impotente? Tantas preguntas que, para él, no tenían respuestas. En eso siente que golpean la puerta, él no responde y vuelve a golpear. Soltando un suspiro abre la puerta encontrándose que la persona menos pensada.

— ¿Te encuentras bien? —se interesa Noe. Él la observa de arriba abajo, alguien más que si dejaba entrar podía correr peligro, alguien más que le haría salir una úlcera de tanto preocuparse—. ¿Medina?

—Estoy bien —gruñe—. No te metas.

—Yo solo…

—Tu solo nada, Alba —La chica entorna los ojos y aprieta los dientes, solo se había preocupado como compañera, no era para que la tratase como escoria—. No te incumbe —grazna cuando notó que dejó a la chica sin hablar y con ganas de comerlo vivo.

El morocho pasa por su lado sin decirle nada más.

—Idiota, solo me preocupé como tu compañera—grita a su espalda—. Imbécil, no era necesario que fuera una idiota mal educada.

Gaby detiene su paso, se gira sobre sus talones y se vuelve hacia ella, quedando a pocos centímetros de su rostro.

—No es necesario que te preocupes por mí —esboza con dientes apretados—. Te quiero lejos.

—Fue solo una pregunta, descerebrado.

—No me preguntes, no me hables, no te conozco y no quiero hacerlo.

—Pégate un tiro en las pelotas, imbécil —dicho eso, se hace a un lado pasa golpeando el hombro del morocho al pasar.

El morocho deja salir un suspiro de frustración, no quería tratarla de esa manera y era consciente de que ella tenía razón, fue una pregunta de compañerismo, no era necesario que se comportara como un idiota, pero no podía dejarla entrar, no podía permitirse preocuparse por alguien más, no quería sumar alguien más a la lista de preocupaciones y temores. No iba a aguantar tanto.

—Ya lo encontré —le anuncia Correa en cuanto Gaby entró.

—Genial mándame todo al celular —dice regresando en sus pasos para ir tras él.

—Tengo más, Medina.

El morocho se detiene y lo observa.

—Es el padre del chico que Sofi adoptó —Gaby asiente, esa parte ya la sabía—. El tipo apareció con tres millones en donde perdió todo en las apuestas de caballo.

—¿Hace cuánto de eso?

—Hace casi un mes y medio.

Medina queda pensando y repasando lo sucedido en ese tiempo y le pide un último favor a Correa.

—Investiga la cuenta de Sofi.

—Medina, eso es ilegal. Sin orden yo no…

—Ahora.

El joven hace lo que el morocho le pide, poco después las sospechas de Gaby eran correctas, Sofi había sacado dinero para pagarle. El hombre la asechaba desde hace tiempo. Otro motivo más para que Medina se sintiera como un policía inútil.

—Debo irme —enuncia y se apresura a salir.

Ya tenía la dirección del tipo, le tenía que avisar al rubio e irían tras él.

 

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