Capítulo 139

—Me encantaría presenciar la despedida de soltera antes de tener a mi troll —se guaza Sole mirando a Lina, jugando con las cejas conforme se lleva la taza de café a la boca, ya que se encontraban en el resto desayunando como todas las mañanas.

—Eso no va a pasar —asevera Lina.

—Ay, por Dios, Lina no seas mojigata —se queja Tony provocando con esas palabras que los presentes se rían.

—No lo soy —asegurando arrugando la frente—, de todas maneras, los hombres de estas chicas no van a dejarlas hacer esa despedida de soltera como lo están pensando.

—Por eso no te preocupes que lo vamos a solucionar —le hace saber Sole, echándole una mirada subjetiva.

—Algo están tramando, lo sé —murmura Lina.

—Por supuesto que sí —interviene Tony—, una gran despedida de soltera —articula.

—Todavía no puedo creer que vayas a casarte —comenta Sofi.

—Yo tampoco —musita la aludida.

En ese momento Sole se lleva una mano posándola en su prominente barriga.

—¿Qué ocurre? —Se preocupa Sofi.

—No me digas que tienes hambre, porque estás comiendo —bromea Lina.

—Nada de eso —contesta la pelirroja—. Está pateando —contesta sonriendo y Lina se acerca para apoyar su mano en el estómago de ella.

—Vaya —musita la joven—, no te va a dar descanso.

—No me digas eso que me agarra escalofríos —murmura Sole estremeciendo todo el cuerpo.

¿Ya saben lo que va a ser? —indaga Sofi—. ¿Si niña o niño?

—Queremos que sea sorpresa —contesta la pelirroja.

—Yo digo que va a ser una nena —acota Tony.

—Ojalá —segunda Sofi—. Que sea igualita a Sole. Así con la melena colorada y esas graciosas pecas en la nariz —cuenta sonriendo.

—Las pecas no —lloriquea la pelirroja haciendo reír a los demás.

—Sole, son lo más tierno que tienes —le hace saber Tony.

—¿Tiene algo tierno?

—Lina —chilla la aludida.

—Va a ser hermosa —asegura la castaña dándole una mirada con ternura.

— ¿Y ya sabes cómo se va a llamar? —interroga a Sofi.

—Si es nena, Scarlett y si es nene, estamos disputando como llamarlo —responde haciendo morritos.

—Me gusta Scarlett —expresa Sofi—. Parece un nombre poderoso.

—Es la idea —asiente Sole.

El sonido de las puertas avisando que alguien entraba, les interrumpía el diálogo que estaban entablando. Todos giran a ver quién entraba para encontrarse con Fernando, el chico arquitecto que sentía algo por Lina, pero que sabía bien que no era un sentimiento mutuo. Lina le tiene aprecio, en su momento demostró ser un hombre respetable, honorable, una buena persona, pero solo eso es lo que ve Lina en él, no puede verlo con otros ojos, para ella el único hombre que existe es Alex y eso no va a cambiar, Lina lo sabe, Fernando lo sabe, todos lo saben.

Con pasos firmes y seguros, con la cabeza ladeada y una agradable sonrisa, se acerca a ellos bajo sus escrutinios. Todos están atentos a sus movimientos y él nota como era la atracción de aquellos en ese lugar, después de lo que pasó con Alex y el día del atentando a Lina, los amigos de ella se habían dado cuenta que a él le pasaban cosas de verdad con Lina, pero no le importaba que pensaban los demás, si ellos lo sabían, para él estaba bien, más que bien, ya que no le interesa ocultar algo de sus sentimientos y si vamos al caso, si lo saben mejor, no era hipócrita y no iba a comenzar. a comportarse como uno. De todas maneras, Fernando se encontraba en ese lugar con un solo propósito y era de eso de lo que se debía ocupar. Sin distracciones.

—Buenos días —saluda al llegar al mostrador donde estaban reunidos desayunando.

—Buenos días —corresponde un coro.

—Le sirvo un café? —le pregunta cordialmente Sofi.

—No —niega—. Solo vine a hablar con Lina —mueve su atención a la nombrada—. ¿Podemos hablar? —tantea.

—Por supuesto —responde, sonriendo—. Pero tomas ese café.

Él le sonríe y asiente.

—Seguro.

—Negro y sin azúcar —afirma Sofi recordando como toma aquel hombre particular el café.

—Gracias —le sonríe agradecido.

—Vamos a la oficina —avisa Lina—. Sofi, lleva el café allí, por favor.

—Claro.

—Que buenurro que esta —larga baba Tony cuando ellos les dan la espadada.

—Tony —se queja Sofi.

—¿Qué? —Se eleva de hombros—. Está bueno y hay que decirlo y, no te hagas la que no ves a otros hombres desde que estás con Poseidón, porque no te creo nada.

—De hecho, no lo hago —se defiende ella.

—Todos miramos —interviene Sole—, y eso no significa que eres infiel, solo es saber apreciar al sexo opuesto.

Ante ese repertorio Tony aplaude a favor y Sofi niega con la cabeza sin dejar de sonreír. Estaba claro que ninguno de los dos iba a cambiar nunca.

Fernando sigue a Lina hasta su oficina, debía admitir que estaba un poco nervioso por la situación, en realidad lo que lo ponía nervioso en sí, era encontrarse solo con esa mujer en un lugar cerrado. No porque le tuviera miedo, nada de eso, sino porque teme a lo que él pueda llegar a hacer estar a solas con ella. Sabe bien que debe actuar como un hombre y no dejarse llevar por su bestia interior, aunque le fuera difícil no le queda de otro que comportarse como el hombre que es y ocuparse de lo que en verdad fue a ese resto.

—Siéntate —le indica Lina el sillón frente a ella.

—Gracias.

—¿Qué ocurre? —Lina arruga la frente y lo mira entornando los ojos—. Estás un poco serio.

—Me alegra que estés mejor, me tenías preocupada —comienza a hablar omitiendo responder la pregunta de Lina—. Vine a ver si estabas bien, pero me dijeron que estabas en tu casa —Suelta el aire que retenía—. Pero bueno, al asegurarme que estabas bien me tranquilizo —clava sus ojos en los de ella.

—Bueno estuve un par de semanas postrada en una cama, me fue muy difícil, pero valió la pena. Ahora estoy bien —comenta.

—Y estás muy bien —murmura logrando con eso poner un poco nervioso a Lina. Pero dio gracias a Dios mentalmente porque justo en ese momento Sofi cruzaba la puerta con los cafés.

—Gracias —le agradece Fernando, cuando la joven le deja su taza frente a él.

Sofi asiente y se apresura a salir.

—Vas a decirme qué es lo que hace que tengas ligeramente el ceño fruncido? —ataca Lina mirándolo fijamente.

—Eres muy observadora.

—Lo soy —eleva una ceja esperando a que corte con la incógnita.

—Bien —entona soltando un suspiro—; Primero quiero saber si vas a seguir adelante con el proyecto de expandir el resto.

—Por supuesto que sí. No pienso negar esa idea —segura ella.

—Bueno en ese caso, debo decirte que yo no puedo seguir con ese proyecto…

—¿Por qué? —interrumpe con rapidez—. Si es por lo que pasó con Alex sabes que eso…

—No —le cortó él—; no es por lo de tu hombre, yo en su lugar haría lo mismo si otro hombre mirara a mi mujer de la forma en que yo te miro —dice con sinceridad dejándola muda—. No es por él, no te preocupes.

—¿Entonces?

—Tengo una propuesta, una muy buena propuesta de trabajo en Londres. Es algo que estuve esperando por mucho tiempo y por suerte hace unos días me confirmaron y no puedo no viajar, no sería yo si niego el ir y perderme de ese trabajo —explica con serenidad.

—Entiendo —ella ladea la cabeza—, y entonces, ¿con el trabajo de aquí, que va a pasar?

—Voy a mandarte a alguien, unas de las mejores arquitectas de Buenos Aires para que haga el trabajo. Te aseguro que es muy buena, la mejor y sé que me va a dejar bien parado contigo y con todo lo que haga por mí en Buenos Aires mientras yo esté afuera —le regala una sonrisa tranquilizadora.

—No hay problema, si tú dices que es la mejor, confió en que así es —Le devuelve la sonrisa—. Aunque —articulando levantando el dedo índice—, me hubiera gustado mucho que fueras tú quien se encargara de dejar de lujo mi restó —le hace saber.

—Y a mí me hubiera encantado hacerlo, pero no puedo dejar pasar ese trabajo, lo vengo esperando desde hace mucho tiempo… Y además… —sopesa el decir o no lo que piensa por unos segundos.

—Además ¿qué? —pregunta Lina.

—Sabes que me pasan cosas contigo —a mira esperando a que ella lo interrumpa, pero Lina no lo hace—. No creo que sea buena idea que me haga cargo de expandir tu descanso cuando me cuesta hasta estar sentado frente a ti sin poder tocarte —le confiesa.

—Fernando —musita ella.

-No; no lo digas. No digas que tu corazón le pertenece a otro, que me quieres como amigo y me aprecias como persona. Yo lo sé a eso, sin embargo, no me alivia que me digas esas cosas. Todo lo contrario.

—No iba a decir nada de eso. Bueno en realidad si lo primero, que mi corazón le pertenece a otro hombre —con esa declaración Fernando cierra los ojos por unos segundos—, pero no iba a decirte todo lo demás. Iba a decirte que si te hubiera conocido antes, de seguro estaría perdidamente loca por ti —le sonríe—. Eres un ejemplo de hombre, no te hará falta la mujer que haga cualquier cosa por ti.

—Puede que tengas razón…

—Claro que la tengo, siempre tengo la razón —suelta con arrogancia.

Él se carcajea sin poder evitarlo.

—Puede ser —repite el joven sin dejar de sonreír.

En ese momento en que ambos están sonriendo, la puerta se vuelve a abrir. Ambos se giran para ver de quien se trataba y se encuentran con el ceño fruncido de Alex. Lina le regala una dulce sonrisa y de forma automática ese ceño se borra.

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