Capítulo 140

Cerrando la puerta a su espalda comienza a caminar hacia ellos, se detiene al lado de Fernando y extiende la mano para saludarlo. A Alex no le hacía mucha gracia que ese hombre estuviera ahí, porque sabe perfectamente lo que le pasaba a ese hombre con su mujer, pero también sabe que lo que siente su mujer por él, no lo siente por nadie, ni nunca lo va a sentir. Además, tenía que darle crédito a Fernando por haberla ayudado el día del atentado.

—¿Qué tal? —saluda el recién llegado.

Fernando le estrecha la mano.

—Hola, Alex —corresponde Fernando.

—¿Cómo va todo? —le pregunta el rubio mientras camina a saludar a su chica.

—Muy bien, gracias a Dios —le responde con cordialidad, aunque la tensión se sentía en el aire. Eran preguntas y respuestas sistemáticas y se podía sentir como tironeaban las sonrisas.

—Me alegro escucharlo.

Alex besa a Lina en la boca y se queda junto a ella parado como una escolta, marcando siempre su territorio. Fernando se da cuenta de la postura protectora de Alex y sonríe por dentro, sabiendo que, aunque no le gustara que Lina estuviese con otro, él llegó tarde, Alex ya estaba ahí y, además, va a estar en buenas manos, se nota que se quieren y Fernando no puede hacer nada contra eso.

—Sí —suspira Fernando—; justamente le estaba diciendo a Lina que no voy a poder trabajar en la reforma del resto, pero que voy a mandar a una mujer a que lo haga, ella está decidida a hacerlo —comenta señalando a Lina—, y yo no la voy a dejar colgada en esto.

— ¿Pasó algo para que no puedas trabajar en la reforma del resto? —quiere saber Alex, aunque un poco aliviado estaba de no tener que ver todos los días a ese hombre merodeando cerca de su chica, los celos no le iban a dar tregua.

—No —contesta sonriendo—; Solo que me salió un trabajo que vengo esperando hace mucho tiempo y tengo que viajar a Londres.

—Oh, qué bueno. En hora buena.

—Gracias —acepta divertido por el dialecto de Alex—. Bueno —se levanta del sillón soltando el aire por la nariz—, tengo que irme, mañana mando a la chica para que se conozcan y así puedas arreglar todo lo necesario con ella —entona mirando a Lina.

—Bien, no hay problema —articula Lina.

—Espero que le des una oportunidad.

—No te preocupes, ya lo estoy haciendo —le hace saber ella mientras acepta la mano que le estaba tendiendo a Fernando.

—Un gusto conocerlos —entona Fernando.

—Igualmente —dice Lina—. De todas formas, no te despidas con un adiós, si no con un hasta luego —le sonríe—, ojalá nos volvamos a encontrar.

—Lo mismo digo —interviene Alex.

Aunque no muy convencido, daba saltitos de alegría en su mente.

—Ok, así será entonces —se a pesar de ambos y sale de la oficina dejándolos solos.

—Ya puedes dejar la postura de guardián —bromea Lina.

—Yo no hacia eso —se defiende Alex.

—Si lo hacías —ríe ella.

—No sé de qué hablas —se hace el desentendido.

—De tus celos, hablo —enuncia ella cruzándose de brazos mirándolo divertida.

—Yo no tengo celos —adopta la misma postura de ella.

—Si que los tienes —afirma.

—Bueno, pero mis celos son fundados —suelta Alex, haciendo que la joven se carcajea.

—No tienes ni fundamentos, ni caso.

Alex se acerca a ella mirándole los ojos y la boca, sabiendo que esa boca no iba a estar mucho tiempo lejos de la suya.

—Tengo todo eso y más —le hace saber con la voz ronca y sin esperar a que ella diga alguna cosa más, se abalanza sobre los labios femeninos devorándoselos y marcando lo que ya es de él, pero sin que quedará ni una sola duda.

—Esta es tu forma de calmar tus celos —le marca ella cuando él libera su boca.

—Mi forma de calmar mis celos eres tú, nada más —murmura Alex pensando en cuanto tiempo podría llegar a tomarse antes que llegue Erik a buscarlo para irse de nuevo al trabajo. Su cálculo se vio interrumpido por varios golpes suaves en la puerta—. Es Erik —gruñe de forma chistosa.

—Y se puede saber a qué han venido?

—Acaso no podemos venir a visitar a nuestras mujeres? —pregunta en tono dramático llevándose una mano al pecho.

—Alex —advierta ella dejándole saber que lo conoce demasiado para que se haga el artista con ella.

—Bien —dice resignado—. Sole nos mandó a llamar, al parecer quiere convencer a Erik para que le deje hacerte una despedida de soltera —confiesa, en realidad hace una media confesión porque esa no es toda la verdad, pero no puede decirle nada a Lina de lo que están tramando.

—¿Y tú no tienes problema con que me hagan una despedida de soltera? —tantea Lina.

—Nop —contesta elevándose de hombros mostrando despreocupación.

Lina lo mira con desconfianza.

—¿No te molesta? —pregunta incrédula y Alex se ríe al ver su expresión.

-No; no me molesta —afirma sin dejar de sonreír.

—No te molesta que me lleven a uno de esos antros donde hay muchos hombres a medio vestir que se te acercan y se te desnudan, mientras te rozan con el cuerpo sudado?

Con ese argumento a Alex se le aguantó el semblante y todo, con solo imaginarse a un hombre desnudo rozándola, al mismo tiempo que ella le ponía dinero en la zunga.

—Lina —ladea la cabeza y muestra su media sonrisa—, se lo que tratas de hacer y desde ya te aviso que no lo vas a conseguir —le advierte antes que los golpes en la puerta suenen otra vez.

—En ese caso voy a decirles que si a las chicas —Alex estaba por acotar, pero ella no le dio lugar—. Adelante —grita para que la persona que estaba del otro lado la oyera.

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