—Señor Betanckurt —vuelven a llamarlo.
-Si; lo escucho —exclama conteniendo un gruñido al sentir la lengua de Lina lamiendo de arriba abajo su pene. Solo una lengüeteada fue, pero Alex la conocía y sabía que lo quería volver loco, por lo tanto, sabía que se venía la próxima lengüeteada.
— ¿Se encuentra bien? —le preguntan. El hombre al otro lado entorna los ojos y se acerca más al monitor—. No se ve muy bien y está sudando —le hace saber.
Alex se lleva el dorso de la mano a la frente y, en efecto, estaba sudando, se limpia y cierra los ojos cuando Lina muerde delicadamente la punta de su glande, haciendo dar un respingo.
—Lo siento —la voz le tiembla—. No me estoy sintiendo muy bien, ¿podríamos dejar la reunión para mañana a primera hora?
—¿A primera hora de su horario o del nuestro? —bromea uno de ellos.
—La diferencia de horario —aprieta los dientes, Lina volvió a pasarle la lengua de forma torturante—. A primera hora del horario de ustedes, no voy a sacar tiempo que ocupan con su familia cuando la culpa es mía —habla con rapidez para dar por terminada esa maldita reunión y se afloja la corbata.
-De acuerdo. Hasta mañana, entonces, Betanckurt —lo saludan.
—Hasta mañana —Sin dar lugar a más nada desconecta la llamada y mira con el ceño fruncido a Lina—. Eres un demonio jodido.
Con un movimiento rápido la saca debajo del escritorio y la sube a éste.
—Alex —chilla ella riendo.
—Me has puesto las pelotas moradas y encima en medio de una reunión importante —Con una mano ágil le despoja el sostén—. Ahora vas a terminar lo que empezaste —advierte con tono amenazante.
—Siempre termino lo que empiezo —contesta con voz melosa.
—Lo sé y por eso me encantas —dicho esto, se lleva el seno izquierdo de Lina a la boca y lo succiona con fuerza haciéndola gemir y arquear la espalda.
Alex pega su erección en el sexo femenino, con sus manos aprieta los muslos de ella sin quitar su boca del pecho de la joven. Él lleva su atención al otro pecho, tomando el pezón con la misma fuerza que el anterior, succionándolo, rozándole con los dientes, lamiéndolo. Una de sus manos comienza a moverse en dirección al centro de ella, rosa con el dedo índice el borde de la tanga dibujando un camino imaginario. Roza con el dedo el centro de ella provocando que gima, pero él no se queda ahí, solo está jugando como ella jugó minutos antes con él. Ese dedo comienza a ir ya venir rozando la piel de ella, haciéndole pensar que en algún momento se va a quedar internado en ese lugar que lo desea tanto, pero no es así, no se queda y eso hace que ella se frustre.
—Alex —chilla ofuscada.
—Lina —se burla él.
—Bésame —le pide la joven en un jadeo. Alex asiente y comienza a bajar pasándole la lengua por la nívea piel femenina—. Alex, bésame —le vuelve a pedir al ver que él no sube a su boca. Ella necesita que la boca masculina irrumpa en la suya. Alex llega al vientre de Lina y la rastrilla con los dientes rezándole toda la piel—. ¿Alex, qué haces? —pregunta, todavía queriendo que la bese, por más que le guste en demasía lo que le hace, pero ella quiere sentir sus besos.
—Me pediste que te besara y eso voy a hacer —enrosca la tirilla de la tanga en un puño tira de ella rompiéndola y sacándosela—. Voy a besarte los labios hasta que tu boca de sienta celosa —murmura, soltando el aire caliente de su boca en el monte femenino y luego la ataca succionando con vehemencia.
Besa con fuerza su centro como si estuviera besando su boca. Le hace perder los sentidos, Lina no deja de retorcerse y gemir por el excelente trabajo que Alex le esta propinando con su lengua y labios. Cuando todo el cuerpo de Lina se tensa por el eminente orgasmo, Alex se da cuenta y deja de darle placer, consiguiendo con eso que el orgasmo no llegue y que Lina de frustre.
—Alex, no hagas eso —le reprenda ella.
—Es tu castigo por tu maléfica acción de hace un rato —le dice despreocupadamente.
—Alex —se queja.
—Vas a terminar lo que comenzaste —le avisa levantándola de la cintura y bajando la del escritorio.
Alex se quitó los pantalones y tomó asiento en su silla, echándole una mirada sugerente. Lina, al entender la insinuación de su hombre, se muere el labio inferior y se arrodilla ante él sin dejar de mirarlo. Ella se coloca entre las piernas de él, lleva una mano a la nuca de Alex, lo trae hacia si y le devora la boca, esa, que tantas ganas le tenía y él rechazaba besarla. Cuando sus ganas se vieron saciadas baja por el cuerpo masculino con besos cortos y suaves hasta llegar a la zona que está suplicando por la atención de la joven. Lina ni lerda, ni perezosa, le da un lánguido lengüetazo saboreando y tanteando las venas hinchadas del miembro erecto. Ella pasa varias veces la lengua por su glande, besa la punta y le suspira el aire, haciéndole perder la paciencia.
—Maldita sea Lina, deja de jugar y ponte mi verga en tu boca —gruñe por la osadía de ella.
Lina sonríe observándolo con malicia, pero hace lo que le pide. Ella se lleva la erección a la boca, haciéndola entrar lo más posible en su cavidad y comienza a succionarlo con fuerza sin dejar de acariciarlo con la lengua. Alex toma la cabeza de ella en sus manos y le marca el ritmo. Enreda el cabello de ella en un puño haciéndola mover lo más rápido posible y obligándola a que llegue al fondo, a que su pene toque la garganta de la chica.
—Me estás volviendo loco, Ángel —jadea Alex al tiempo que mueve las caderas adentrándose en la boca de Lina.
Alex estaba perdiendo la cordura, Lina era la única causante de eso, ella y lo que le estaba haciendo con su boca, lo estaba transportando al Empíreo con esa boca y esa lengua. El cuerpo de Alex brilla por el sudor, la temperatura en esa oficina está desbordando.
En ese momento, Alex la toma de los hombros y la separa con rapidez de él.
—Quiero estar dentro tuyo —responde a la mirada interrogante de su mujer—. Ya no aguanto y quiero acabar dentro de ti —ratifica.
Lina sin decir una palabra se coloca sobre él, a horcadas y con solo un movimiento de caderas, el cual consiste en bajar muy lentamente hasta su pene haciendo entrar despacio para sentir cada extremidad de este. Con un gemido, Lina comienza a moverse de arriba abajo y de adelante y atrás combinando de vez en cuando con movimientos circulares y apretando los músculos internos. Alex clava sus dedos en las nalgas de ella queriendo llegar más adentro. Queriendo buscar más profundidad.
Con gruñidos y jadeos llegaron juntos, como es costumbre en ellos, explotando en un abrazador orgasmo llevándolos al subespacio. Lina se desploma sobre el cuerpo de su hombre con la respiración acelerada, apoyando la frente en el torso de él. Alex acaricia la espalda femenina suavemente y besa los cabellos de ella.
—Me gusta demasiado que aparece así en mi oficina —le confiesa Alex.
—Y a mí me gusta demasiado que me recibas de esta manera —le indica, mirándolo a los ojos, mostrándole una dulce sonrisa dejándolo encandilado.
—Te amo —le murmura antes de arrancar la boca de ella quitándole el aliento.