Capítulo 11

— ¿No tienes trabajo? —escupe el rubio con el ceño fruncido.

En ese momento el celular de Gaby empieza a sonar, pero lo deja sonar hasta que queda en silencio; ignorando a sus compañeros y al celular, cerró más fuerte sus ojos para calmar un poco el dolor de cabeza por la resaca y se acomodó mejor en su silla.

Tanto Ian como López lo miraban con curiosidad, sin embargo, a ninguno les pareció para alarmarse, ya que sabían bien que se trataba de su resaca. Gaby solo ignoraba el teléfono y demás cosas cuando su cabeza le reclamaba por haber abusado del alcohol. Pero el silencio no duró mucho, su celular volvió a sonar; dejó que siguiera chillando, pero la persona del otro lado era insistente, de ultima y con mal temperamento atendió la llamada sin siquiera cerciorarse de a quién se refería.

— ¿Qué m****a pasa? —atiende con un tono elevado y agrio.

—Apuesto que estás con resaca, idiota. Mejor que te tomes una pastilla, un balde de café, te repongas y vengas al resto, si no quieres que te vaya a buscar yo y te traigas con una correa llena de púas agarrada de las pelotas —Esa fue la contestación que recibió Gaby del otro lado.

—Lina —murmura suspirando—. Perdona, atendí sin mirar quién llamaba. ¿Pasó algo? —pregunta más calmado al saber que era ella y no… Cualquier otra persona.

—De hecho, sí, necesito hablar contigo y con Ian en persona. ¿Podrían venir? En unos minutos va a llegar Alex también.

Al escucharla preocupada, Gaby se tensa y se endereza en el asiento.

—No te preocupes, nena, en media hora estamos allí.

—Bien; de paso almorzamos juntos y le digo a Tony que te prepara algo para tu resaca, odio cuando estas así —concluye antes de colgar.

— ¿Qué pasa? —Indaga Ian.

—Lina nos quiere en el resto; Algo habrá pasado porque la sentí preocupada.

-¿Alex? —cuestiona considerando alguna opción.

—Él está bien, está yendo para allí también.

— ¿Vamos a ir al resto? —pregunta el rubio, comprendiendo hacia dónde iban y obteniendo una auténtica sonrisa de Gaby.

—Sí, va a estar Sofi. Ponte perfume —se burla pasando por su lado e Ian le lanza una patada en el culo, haciendo que Gaby se carcajee.

Sí, Gaby se dio cuenta que era lo que en verdad preguntaba Ian y estaba seguro que su compañero quería verla; pase lo que pase entre ellos, debía averiguarlo, se iba a enterar y obviamente iba a sacar provecho de eso.

Los engranajes del morocho estaban a mil por hora por esa revelación y por cómo utilizarla, solo para molestarlo.

Al llegar al descanso, los chicos fueron recibidos por el exquisito aroma a café y la suave música de Maxwell entonando “Lonely's the only company” . Ellos se miran de reojo y sonríen. Caminan con pasos seguros y desenvueltos hacia el mostrador, robándose miradas descaradas de ciertos comensales, en su mayoría de mujeres. Son de esos hombres que siempre te das vuelta a mirar y más cuando van juntos; esos contrastes que hacen por sus tonalidades de piel, de cabello, de ojos; uno demasiado rubio y el otro morocho, como salidos de una novela paranormal sobre ángeles y demonios, era imposible no apreciarlos.

Al llegar al mostrador, Ian se quedó en silencio, se encontraba nervioso, sabía que se debía a Sofi, pero no sabía exactamente el motivo de estar así. Sofi solo mira, ocultando toda clase de sentimientos encontrados, no quería ser tan ingenua, quería demostrar que no era una niña inocente e ilusa y que, si a él no le interesaba también, si para él era simplemente sexo, para ella podía ser de esa forma, aunque no se sintiera así. Debe hacer lo imposible para no demostrar que se había sentido mal cuando abrió los ojos y él no estaba a su lado; en ese momento añora tener la fortaleza de Lina para parecer lo más impasible posible para que Ian no se dé cuenta lo demasiado que le importa y afecta lo que pasó entre ellos.

A todo esto, Gaby los mira con una sonrisa conocedora dibujada en su rostro, se percata del nerviosismo de Ian y de la engaño de Sofi; la cara de pocos amigos que ella quería ocultar y fracasaba estrepitosamente, al menos delante de Gaby que no se le escapaba nunca nada, se notaba a leguas.

—Hola, Sofi —saluda sonriente—. ¿Mala noche? —aguijonea con toda intención, mirando de soslayo a Ian que empieza a moverse con nerviosismo.

—Algo así —le responde, echándole una mirada a Ian.

Gaby sonríe al dar en el clavo. «Así que había pasado algo a entre ellos» se dijo.

—Bueno, quizás esta noche sea mejor —le dice con socarronería.

—Lo dudo —murmura la joven.

—Si necesitas que tus noches mejoren, yo te puedo ayudar —le hace saber con toda la intención de hacer saltar a Ian. Gaby nunca se metería con Sofi, no porque no fuera una linda mujer, sino que, simplemente, no es para él. Le gustan cosas que, está seguro, a Sofi no y, además, no es hombre de una sola mujer y solo le haría daño y no es su propósito, solo se mete con mujeres que son como él y sabe que no puede hacerles daño.

—Sofi, ¿sabes dónde está Lina? —interviene el rubio, conteniendo el mal humor y rabia que le provocó el comentario de Gaby y para peor ver como Sofi sonríe por ese motivo.

—Está en su oficina; pasen —indica sin mirarlo, ocupando su vista en cualquier cosa que haya en el mostrador.

—Gracias —Mira a Gaby, que se encontraba mirando a Sofi y sonriendo—. Vamos, Medina —gruñe.

Este se eleva de hombros despreocupado.

—Nos vemos, Sofi —azuza, sintiéndose victoriosa por la reacción de protector de Ian.

—¿Estás coqueteando con Sofi? —pregunta entre dientes una vez en el pasillo con dirección a la oficina de Lina.

—Solo fui amable —contesta el morocho con una fingida inocencia.

—No te metas con ella, Medina —espeta.

—¿Celoso? —suelta con picardía.

Su pregunta no tuvo respuesta, Ian vaciló al contestar y Gaby se adelantó para golpear la puerta de la oficina, dejándolo que piense en su pregunta, ya después iba a seguir metiendo el dedo en la llaga, ahora lo importante era lo que le ocurría a Lina.

—¡Pase! —se escucha el grito de la joven desde adentro.

Al entrar se encuentra con Lina sentada en su silla detrás del escritorio y Alex mirando por la ventana sumido en sus pensamientos.

—¿Qué ocurre? —interroga el morocho en cuanto cruzó la puerta.

—Estoy bien, gracias por preguntar —responde la joven con ironía.

—No jodas, Lina; ve al grano —gruñe tomando asiento frente a ella.

—Tú y tu estúpida resaca —espeta. Se levanta con rapidez y camina hacia la puerta, sale del lugar dejándolos a los tres mirándose unos a otros sin comprender que estaba por hacer. A los minutos vuelve con una bandeja donde llevaba una taza humeante de alguna cosa que no olía muy bien y un frasco de pastillas—. Toma —Le tiende la bandeja a Gaby y este la mira con el ceño fruncido esperando que le diera alguna explicación—. Ahora, Gaby, no tengo todo el día para aguantar tus chorradas.

—Bien —masculla, tomando la taza con cara de asco.

—Algo está mal, ¿verdad? —Habla Ian.

—Sí —se escucha decir a Alex, que se había mantenido en silencio—. Christopher está aquí y mató a Rafa.

— ¿De estás hablando? —pregunta Gaby arrugando la frente.

—Christopher está aquí para vengar la muerte de Dany; él sabe que nosotros tenemos algo que ver con eso, en realidad piensa que yo lo mate. Matar a Rafa fue solo una advertencia y sé bien que está buscando el momento justo para hacerme pagar por eso —interviene Lina.

—¡Esto es una m****a! —vocifera el morocho.

Se levanta y se acerca al mini bar en donde toma una copa y se sirve dos dedos de Jack Daniel's bajo el escrutinio de Lina que lo mira enojada por su comportamiento.

— ¿Reforzaste la seguridad? —indaga Ian mirando a Alex.

—Sí, ya está hecho.

La puerta se abre dándole lugar a Sofi, que entra con una bandeja de café y se acerca al escritorio reposándola sobre este.

—Gracias, Sofi —le dice Lina.

—De nada. Ya está por llegar Tony con Aye, le preparó pastel de calabaza y ella le pidió de postre con flan con dulce de leche —le hace saber a Lina.

Ian abre los ojos bien grandes y traga en seco al escuchar lo del dulce de leche; a su memoria llegó lo que habían hecho con ese dulce la noche anterior y su cuerpo se sobrecalentó. Sofi al darse vuelta se encontró con su mirada e Ian la observa directa a los ojos con deseo. Ella se sonroja porque notó lo que su mirada le decía, se dio cuenta que la mención del dulce de leche habría abierto el recuerdo de él, al igual que el de ella.

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