Pasa por su lado y sale por la puerta sin volver a mirarlo, estaba casi sin respirar y soltó todo el aire de una vez al cerrar la puerta. Se dirigió a su lugar de trabajo tratando de seguir con esa diferencia para con él, poniendo todas sus fuerzas para seguir en esa posición; Una vez más, deseaba ser como Lina y no sentirse tan débil ante Ian.
—¿Por qué me ignoran? —le susurra el rubio al oído haciendo que todo su vello se erizara. Ella sus ojos e inspira profundo, eso fue peor, ya que pudo sentir su perfume con más intensidad, provocándole un pequeño mareo y una contracción intensa en su vientre—. ¿No piensas contestarme? —pregunta y se pega más a su cuerpo.
Sofi se estremece al sentirlo contra ella y vuelve a cerrar los ojos. ¿Qué se supone que debería decirle? Claro, si era que podía llegar a emitir sonido alguno. Cómo podía hacer para seguir tratándolo con indiferencia si estaba traspasando su espacio personal, envolviéndola con su calor corporal y ese perfume a mar y frescura que la regresaba loca.
—Ian... —balbucea.
—Suena perfecto mi nombre en tu boca —entona en voz baja, pasándole un dedo por el cuello, haciéndola perder la cordura ante su toque y poniéndole la piel de gallina—. ¿No vas a hablarme? —vuelve a preguntar con suavidad. Ella niega con la cabeza y él sonríe—. Bien —Besa su cuello con ternura, quedándose unos segundos de más, se gira y sale de ahí dejándola sin poder respirar con normalidad.
Ian estaba enojado por como ella lo ignoraba, pero le iba a demostrar que no podría pasar de él por mucho más tiempo. Le iba a dar lo que ella quería y, a su vez, lo que él deseaba. «Esto todavía no acaba» piensa.
—Eso fue rápido —se guasa Gaby en cuanto lo ve entrar de nuevo a la oficina.
El audido lo mira estrechando sus ojos y eso solo provoca en Gaby una carcajada.
—Hay que averiguar dónde se esconde Christopher —manifesta Alex.
—Él no se esconde —suelta Lina ganándose las miradas de los presentes.
—¿Qué quieres decir? —pregunta Ian.
—Él no se esconde —repite—; debe estar en alguna propiedad que tenga aquí, en Argentina.
—Bien, hay que averiguar en cuál —articula Gaby.
—Ustedes son los ninjas —esboza Lina con desdén.
-De acuerdo; nos encargaremos de eso entonces —anuncia Gaby rodando los ojos por el comentario de Lina. La puerta se vuelve a abrir dejándole paso a Aye, que al ver a Gaby salta encima de él—. Oye, princesa, ¿cómo estás? —pregunta, besándole las mejillas y alzándola.
—Bien. Hoy me saqué una carita feliz en música.
—Yo sabía que mi princesita era la más inteligente de la escuela —la contempla.
—Es el único que está en esta oficina —suelta Alex mostrando sus celos.
—¡¡Papi!! —grita la niña al escucharlo y se baja de Gaby para correr hacia él.
—¿Papi? —articulan Ian y Gaby al unísono mirando a Lina, que solo se eleva de hombros y niega con la cabeza para que no pregunten nada.
—Hola, princesa —saluda Alex, alzándola y estrechándola entre sus brazos.
—Bueno, ya estoy celoso —farfulla el morocho.
—Tu eres mi tío Gaby y él ahora es mi nuevo papi —habla Aye riendo conforme Gaby hace caras mostrándose más celoso de lo que se encuentra.
—No te alarmes Gaby, ahora ya pasó a ser la tercera —comenta Lina sonriendo.
Alex la lleva junto a Lina y se sienta a su lado, Aye se estira en los brazos de su padre para besar a su madre.
—¿Te fue bien en la escuela?
—Sí, como siempre —habla con arrogancia imitando a Alex.
Eso provoca que todos ellos se carcajeen.
—Deberías juntarte menos con Alex —esboza la madre.
—Creo que no solo tiene la culpa Alex —canturrea Gaby con diversión.
Por la llegada de Aye dejaron la plática para más tarde, de todas formas, las cosas más importantes ya estaban dichas; Gaby e Ian se van a encargar de encontrar las propiedades de Christopher y averiguar en cuál de ellas se encuentra. Alex ya había reforzado la vigilancia en todo su entorno, en donde agradeció no tener que discutir con Lina por eso, que, extrañamente accedió en silencio, sin objetar absolutamente nada y, es más, lo ayudó a él ya su madre para que su padre no pusiese resistencia tampoco. Hasta el momento iban encaminados, solo tenían que ir despacio y con cuidado para que Christopher no los cogiera desprevenidos.
Unos minutos después de hablar de trivialidades y jugar con Aye, Tony entra bandejaéndoles un carrito con el almuerzo. Ian esperaba que Sofi lo trajera, una parte de él se sintió decepcionada y la otra parte se alegró de que no haya sido ella, así no tenía que sentir esa punzada en el pecho por ser ignorado. Se reprendió a sí mismo por la parte que se engañó, no iba a dejar que una mujer lo afectara, así no deberían ser las cosas.
Luego de almorzar cada uno se dispuso a seguir con sus respectivos trabajos, pero antes de que Ian cruzara la puerta de la oficina, Lina se hizo escuchar.
—Ian —El rubio, gira y la mira expectante—. Si le haces daño me voy a encargar yo —dice auto señalándose— que Caracortada sea el príncipe encantador a tu lado —Lo mira fijo a los ojos para que supiera que hablaba en serio.
Todos los demás tardaron unos segundos en comprender de qué hablaba Lina. Gaby fue el primero en entender y se carcajeó al ver la cara de susto e incredibilidad de Ian.
—No sé dé que hablas —se limitó a decir el audido con el ceño fruncido antes de salir por la puerta sin esperar alguna respuesta.
—Todos nos dimos cuenta —indica Gaby una vez fuera del resto.
—¿De qué se dio cuenta?
— ¿Vas a ser tan hipócrita como para mentir? —cuestiona el morocho, al tiempo que niega con la cabeza—. Cuando te dije que veníamos atención, te pusiste nervioso como virgen en su primera relación sexual, sin mencionar que antes de eso una sonrisita estúpida usada tu cara, luego, al llegar aquí, la tensión entre ustedes se podía cortar con un cuchillo oxidado y no voy a preguntar qué le hiciste para que te esquivara la mirada de esa forma —Ian lo escucha con al darse cuenta que era muy estúpido en pensar que podía disimular lo que pasaba entre ellos, pero no se lo iba a admitir en voz alta, no lo haría— y, por último, al salir la buscabas por todo el lugar, lo vi y no puedes negarlo y, es más, todos vimos la actuación de la pareja devota con los chicos en la boda de Sole y Erik —concluye medio fastidiado, todos vieron sus miradas cruzadas.
—Están equivocados.
Con eso le da la espalda y sube al auto; Gaby, suspirando lo imita y se direccionan a la estación de policía en un silencio ensordecedor, como Gaby ya estaba mejor del dolor de cabeza por la asquerosidad que le preparó Tony y que Lina le obligó a tomar, puso música bastante alta para romper ese silencio. Con Rainbow a todo volumen llegaron a su destino en donde se concentraron en buscar el desfile de Christopher.