Capítulo 10

Por la mañana, Sofi se despertó sola en su cama y eso le dejó un vacío en su pecho; Habría querido despertar al lado de Ian y poder desayunar juntos, pero al instante se dio cuenta que esa no era la forma en la que él hacia las cosas. Se reprendió mentalmente por ser tan ingenua, por pensar en esas cosas, a sabiendas que Ian no es de ese estilo. Sabe muy bien que siempre se va a levantar sola y fría, sabe muy bien que él nunca se va a quedar a dormir con ella, nunca lo va a ver en sus primeros segundos después del sueño. Sin darle más vuelta, se apresuró para llegar a su trabajo.

— ¿Dónde estás? —le pregunta Tony, sacándola de sus pensamientos.

—Aquí.

—No mientas; estas en cualquier lado menos aquí. ¿En quién piensas?

—¿Por qué debería pensar en alguien y no en algo?

—Porque esa mirada es de pensar en alguien y no en algo.

—Déjalo ahí, Tony —le advierte.

—Bien, pero si quieres hablar, sabes que estoy, ¿verdad? —le hace saber conforme le frota los hombros con cariño.

—Sí, lo sé.

—¿Sabes algo de Lina? Ya debería estar aquí —Se da cuenta Tony.

—Ni idea.

—Ok, si la ves mándala a mi oficina —suelta sonriendo.

Sofi asiente mostrándole una sonrisa por nombrar a la cocina como su oficina.

~~~

En la estación de policía, Gaby se encuentra recostada en su silla con las piernas extendidas sobre su escritorio y los ojos cerrados, pero un golpe en la cabeza lo espabila y salta en el lugar.

—Oye —grita con el ceño fruncido.

—¿Dolor de cabeza? —se guasa Ian.

—No jodas, Russel —espeta el morocho acomodándose de nuevo en su asiento y colocándose una gorra, que había en su escritorio, para tapar su rostro.

— Deberías dejar de salir entre semana —sugiere el rubio.

Gaby lo mira de reojo, levantando apenas un centímetro la gorra, diciéndole todo con esa mirada.

—¿Qué le pasa a la bella durmiente? ¿Mala noche? —Le preguntó López a Ian, una vez que se acercó a ellos.

—O una muy buena noche —se mofa Ian.

—Ah, es eso, coge y después no rinde —habla López con tono burlón.

—Parecen dos viejas chusmas, porqué m****a no se llevan el termo y el puterío al baño de mujeres —apostilla Gaby que ya había escuchado bastante de los dos.

—Si hacemos eso, ¿cómo te enterarías que te sacamos el cuero? —se burla López.

—Podrías empezar por sacarme otra cosa, López —Se toca el miembro con un gesto obsceno marcando su punto.

—Todavía no llegué a esos gustos, cuando llegue te lo haré saber —retruca el audido con diversión.

Gaby bufa y se acomoda más en el asiento ignorando el comentario.

—Está así por tomar mucho —expresa Ian.

—Ya me parecía, no podía ser por sus noches de sexo, un hombre que se coge a dos al mismo tiempo, no puede haber pasado una mala noche.

—No es de tu incumbencia lo que hago por las noches, López —demanda Gaby.

—Eres el proxeneta de la estación, más de uno quiere saber cómo lo haces —se jacta.

Ian comienza a reír, era cómico escucharlo a López hablar así de Gaby, se preguntaba si de verdad sabían bien cómo Gaby pasaba sus noches, ya que iba a antros donde lo conocían y donde tenían un gusto particular para el sexo, no se trataba de sexo convencional. Gaby se acostaba con más de una a la vez y tenía ciertos juegos sobre el acto.

Al pensar en eso a Ian se le vino a la mente Sofi, sus fantasías, lo que leía y la noche espectacular que había pasado con ella, como la saboreó por completo con ese dulce y como lo hizo también sin él. En un segundo sintió que se le contraía el vientre y también el tirón de su pene, eso le dio un golpe en la nuca para no pensar en ella, primero porque se encontró en la estación de policía y segundo porque no debería sentirse así por una mujer. Su propósito era cumplirle las fantasías y sacarse las ganas de tenerla en todas las posiciones y de todas las formas. Luego cada uno seguiría su camino, en otras palabras, como siempre; nunca se entregó de verdad a nadie y nunca lo haría, eso lo sabía, no creía en cuentos de hadas y finales felices, solo creía en el buen sexo y sabía que Sofi, una vez que se soltara, se lo iba a dar, cuando ella se encontrara en el sitio adecuado de una de sus fantasías, la joven le iba a dar una buena cogida, y eso lo llenaba de expectativa. Sin darse cuenta cuenta una sonrisa se le dibujó en el rostro al imaginarse su siguiente paso.

— ¿Quieres compartir el chiste con la clase, Russel, digo, así sonreímos todos?

Con el comentario de López, Gaby levanta la vista para observar al audido, y sí, el muy idiota tenía una estúpida sonrisa en su cara. El morocho solo la pudo ver unos segundos, ya que cuando Ian se dio cuenta que de verdad sonría, se puso serio lo más rápido que pudo, pero no fue lo suficiente veloz para Gaby y eso le llama la atención, podía jurar que sabía a qué se debía esa sonrisa y por dentro también se rio, era una risa de burla, porque tenía de dónde agarrarle las pelotas si le jodía mucho.

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