Por la mañana, Sofi se despertó sola en su cama y eso le dejó un vacío en su pecho; Habría querido despertar al lado de Ian y poder desayunar juntos, pero al instante se dio cuenta que esa no era la forma en la que él hacia las cosas. Se reprendió mentalmente por ser tan ingenua, por pensar en esas cosas, a sabiendas que Ian no es de ese estilo. Sabe muy bien que siempre se va a levantar sola y fría, sabe muy bien que él nunca se va a quedar a dormir con ella, nunca lo va a ver en sus primeros segundos después del sueño. Sin darle más vuelta, se apresuró para llegar a su trabajo.
— ¿Dónde estás? —le pregunta Tony, sacándola de sus pensamientos.
—Aquí.
—No mientas; estas en cualquier lado menos aquí. ¿En quién piensas?
—¿Por qué debería pensar en alguien y no en algo?
—Porque esa mirada es de pensar en alguien y no en algo.
—Déjalo ahí, Tony —le advierte.
—Bien, pero si quieres hablar, sabes que estoy, ¿verdad? —le hace saber conforme le frota los hombros con cariño.
—Sí, lo sé.
—¿Sabe