Capítulo 104

A la mañana siguiente el primero en abrir los ojos, es Ian. Su panorama visual le regala a una mujer de suave piel entre sus brazos. Él sonríe al verla cubierta solo con su cuerpo encajando a la perfección. Su espalda pegada a su pecho y su aroma invadiendo su propio aroma. Con cuidado para no despertarla la separa, se levanta y la cubre con las sábanas. Busca unos pantalones de chándal y se adentra en la cocina para preparar el desayuno. A los veinte minutos, tiene café, zumo de naranja, tostadas, sirope, tarta de manzana y un jazmín, todo preparado en una bandeja. Con todo en mano camina hacia el cuarto para despertar a la mujer, a la cual por primera vez reconoció ante ella y ante él que la amaba, Se siente pleno al reconocer que está enamorado de aquella mujer. Ya no va a escapar más y no va a dejar que ella siga escapando.

Al llegar al cuarto la ve durmiendo de costado, tapada hasta arriba de sus pechos con la sábana blanca. Sonriendo se acerca a un lado de la cama, deja la bandeja sobre la mesita de noche y se sienta a su lado.

—Sofi —la llama con delicadeza acariciando su brazo, ella ronronea, pero no se mueve—. Arriba, dormilona —esboza. Sofi comienza a estirarse y él se sonríe— Soofiii —canturrea.  

Ella se gira, abre sus ojos con lentitud y le regala una dulce sonrisa al verlo.

—Buen día.

—Buen día, preciosa —besa su boca y se levanta a buscar la bandeja.

—Vaya —murmura, al verlo con la bandeja en las manos.

— ¿Vas a sentarte? —pregunta elevando una ceja al verla hipnotizada mirando el desayuno.

—Sí… Sí —titubea, envolviendo su pecho con la sabana. Él apoya la bandeja sobre ella y Sofi toma el jazmín llevándola a la nariz para atrapar su aroma—. No conocía este lado tuyo.

—Hay muchos lados míos que no conoces —esboza con supremacía.

—Estoy segura de eso.

—Bueno. Pero hay tiempo para que conozcas todos mis lados.

¿Tenemos tiempo? —cuestiona ella tomando la taza de café.

—Todo el tiempo del mundo —Ella lo observa perdiéndose en su mirada. Él toma la otra taza de café y bebe un sorbo sin quitarle los ojos de encima, mientras ella engulle una tostada. Carraspea y se dispone a hacerle la pregunta que le está invadiendo desde el día anterior, cuando hubo semejante disturbio en la casa de ella—. Sofía.

-¿Tararear?

—¿Puedo hacerte una pregunta? —ella se tensa, pero asiente—. Marco es el responsable de que no puedas tener hijos, ¿verdad?

A Sofi se le hace un nudo en el estómago.

—No… No quiero hablar de eso —esquiva.

—Por favor, Sofi, necesito saber. Necesito que confies en mí —Ella niega con la cabeza—. No tengas vergüenza, ni mucho menos pienses que te voy a juzgar, no lo haría, nunca —suspira al darte cuenta que ella aprieta los labios—. ¿Confías en mí?

-Si.

—Entonces no me ocultes nada y cuéntame. Quiero y necesito saber y confirmar que no lo golpeé en vano.

—No lo golpeaste en vano —lo tranquiliza ella.

—Pero creo que merezco saber lo que en realidad pasó. Por favor, Sofi; No me dejes en la incertidumbre.

—Está bien —suspira y dejando a un lado la taza comienza su relación—… Yo estaba conviviendo con él, yo… Yo lo quería, pero no era recíproco, él, bueno, él me…

—Te engañó —termina Ian haciendo que Sofi baja la mirada—. No hagas eso —le dice levantándole el rostro—. Ni él, ni nadie merecen que agaches la cabeza. Jamás.

—Creo que me estuvo engañando con esa mujer desde que nuestra relación comenzó. Yo lo descubrí dos veces. La primera vez me convenció de que fue un error y la segunda me confesó todo. Me dijo que solo estaba conmigo para que las empresas de nuestros padres fusionen, nada más, que no me amaba, que la amaba a ella, que siempre había sido así, que nuestra relación era solo trabajo y… Yo creo que en el fondo lo sabía, pero no quería verlo, no quería darme cuenta que no solo él me había utilizado, si no que mi familia también. Entonces, decidí terminar con la relación, con mi familia y con la empresa. Jamás quise tener un puesto en la empresa, ni mucho menos estar frente a ella. Por lo que lo dejé todo y me fui a Buenos Aires a empezar de nuevo y sola.

Él se acerca y le da un dulce beso en la boca y le acaricia la mejilla.

— ¿Qué pasó con tu embarazo? —hace la pregunta de rigor.

—Quedé embaraza un mes antes que diera por terminada la relación. Una noche me hice una prueba de embarazo; Tenía un retraso y decidí hacerlo. Él resultado dio positivo y pensé que él estaría contento con la noticia, por lo tanto, preparé la cena y lo esperé. Me duermo en el sofá esperándolo —Ian aprieta la mandíbula de la rabia—. Cuando llegué voy a saludarlo y él me detiene, diciendo que estaba cansado, le preguntó dónde estaba; me dijo que no era de mi incumbencia, le indicó que lo estaba esperando con la cena y cuando él se acercó a la mesa vio el test y se puso como loco. Negaba que ese hijo fuese de él. Gritaba que no podía ser, que no podía estar embarazada, que él no quería un hijo mío —Las lágrimas comienzan a caer e Ian se sienta a su lado con la mandíbula tensa y tratando de reconfortarla—. Él... Él perdió el control y... Y...

—Te golpeó —murmura Ian deseando tenerlo de nuevo enfrente y golpearlo otra vez.

—Sí —susurra sollozando.

Ian le besa la cabeza y la estrecha más en sus brazos.

—¿Por qué no me lo dijiste? —le reprocha—. Tienes que confiar en mí.

—Me daba mucha vergüenza.

—Él debería tener vergüenza por ponerte una mano encima —sisea con furia—. Nunca más nadie va a volver a tocarte, ni siquiera un pelo. Yo voy a cuidar de ti —asegurándome, tomándole el rostro y besándole la frente—. Lo prometo.

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