Capítulo 103

No sabe cómo, ni porqué, ni mucho menos de donde salió ese impulso. Pero de un salto se abalanzó hacia él, rodeándole el cuello con sus brazos y besándolo con fuerza y ​​desesperación.

Ian de pura casualidad alcanza a tomarla de la cintura trastabillando hacia atrás, pero sin llegar a caerse. Tampoco esperaba la reacción de Sofi, por lo que tardó en responder a ese beso. Cuando lo hizo, lo profundizó y poniéndole las manos en el culo la levanta del suelo. De una patada cierra la puerta y la lleva a hacia un mostrador. Rápidamente le quita su tapado lanzándolo y sabe dónde, de un manotazo tira de su camisa dejándola con los pechos descubiertos. Mordiendo su cuello gruñe y presiona los labios debajo de su oreja, provocando que toda la piel femenina se erice.

—Extrañaba tu piel —susurra con voz ronca en su oído—, extrañaba tu aroma —Baja su boca besando con presión el cuello e inspira profundo, sintiéndola para luego atrapar su boca y devorarla con vehemencia.

Separándose solo lo justo para desabotonar sus pantalones, cumple su propósito para luego bajárselos y dejar sus largas piernas al descubierto, levanta una de sus piernas y comienza a besarla desde el tobillo, pasando su pantorrilla, su rodilla y detrás de ella, besa el interior de su muslo provocando que su cuerpo se estremezca, sigue subiendo hasta su sexo y antes de siquiera rozarla, la mira con una sonrisa maliciosa y se pierde entre las piernas femeninas.

Sopla con delicadeza su sonrosado botón provocando que todo su cuerpo vibre llevándola lentamente al subespacio. Da su primera lamida y ella gime. Al escucharla, sonríe e imita la acción dos veces más, hasta que pierde el control y devora su feminidad. Sin dar tregua une sus dedos a la hermosa tortura, juega en su interior, mientras su lengua lo hace con su botón duro y excitado. Mueve los dedos hacía la pared tocando justo donde necesitas para hacerla gritar. Sofi en pleno grito toma los cabellos de él con fuerza, Ian gruñe e intensifica sus arremetidas con su lengua y dedos. A los segundos la hace llegar a un descomunal orgasmo, el cual se bebió sin darle tregua. Se levanta sobre ella, mientras Sofi sigue convulsionando por el clímax otorgado, se desprende rápidamente del pantalón, arrebata su boca y de una sola estocada la penetra haciéndola gritar.

Fusiona sus arremetidas con sus besos; está dentro de ella, apretando todo su cuerpo al de él, como si fuera una sola persona.

—Dios… Como añoraba estar dentro de ti —murmura con la voz agitada.

Sofi no podía soltar ni una sola palabra, solo gemía y jadeaba agarrada fuerte de los grandes hombros del rubio. Ian no paraba de moverse, combinando sus movimientos dentro de ella y besando cada parte de su cuerpo en el cual llegaban sus labios.

—Ian… Dios —jadea Sofi mordiéndole el hombro.

—Sí, mi amor…

Ian la toma de las caderas con fuerza, penetrándola más a fondo. Sofi arquea su espalda buscando más fricción. Sus cuerpos comienzan a tensarse enunciado el inminente orgasmo, con grito y gruñido se liberan al unísono.

Ian cae sobre Sofi descompensado, hundiendo su rostro en el cuello de ella, ambos cubiertos de una lámina de sudor con sus respiraciones alteradas.

—Ti amo —le susurra al oído en italiano. A ella se le paraliza el corazón al escucharlo. Él se da cuenta de aquella reacción y se toma unos centímetros de distancia para mirarla a los ojos—. Ti amo, Sofi —repite, clavando sus pupilas a las de ella.

—Dios… Ian —murmura con lágrimas corriendo por sus mejillas, Ian se las limpia con el pulgar y al ver que no se va a calmar, la alza y la lleva a la cama. La deposita en ella con cuidado, la cubre con las sábanas y se acomoda a su lado.

—Sofi, ¿por qué lloras? —le pregunta al oído. Ella no contesta y no deja de llorar—. Por favor Sofi, habla conmigo —le pide acariciando sus cabellos.

—Es… Es… Ian —solloza. Ian la aprieta con sus brazos y besa su frente. Sofi levanta la vista mirando fijo aquellos ojos azules—. ¿De verdad me amas? —le pregunta con un hilo de voz y él le sonríe.

—De verdad —contesta—. Te amo, Sofi —murmura mirándola a los ojos para que ella viera la verdad en los suyos.

— ¿Estás seguro? —hila provocando que se carcajee.

Tan seguro como me llamo Ian Russel —le regala un suave beso—. Te amo, Sofi —repite por cuarta vez.

—Ya lo dijiste muchas veces.

Ian se vuelve a carcajear.

—Y te lo diré a cada momento… Ti amo —Le da un beso en los labios—… Ti amo —besa su mejilla—… te amo —le besa el cuello—… te amo, te amo, te amo… —repite muchas veces besándole el cuello haciéndole cosquillas y provocando que ella se retuerce de risa. Se separa para mirarla—. ¿Tú me amas, Sofi? —le pregunta acomodándole un mecho rebelde que cae en su frente.

Sí —suspira—, desde el primer beso. Te amo —segura.

Ian se acerca a ella sonriendo, satisfecha y pletórica. Atraca su boca y la vuelve a hacer suya. Esta vez hacen el amor.

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