Capítulo 105. Cómo se mide el valor

Alex entró a la sala privada de Bianca sin tocar y ella escondió debajo de ella una fotografía.

Alex no hizo ningún comentario respecto a la foto, solo la miró.

Ella estaba sentada en el sillón estilo Luis XV que era de su madre con la espalda completamente recta, recibía los tenues rayos de sol del atardecer que se filtraban por la ventana al ritmo que la brisa batía las cortinas. La atmósfera era solemne, con la música triste y nostálgica rusa que salía del aparato de sonido.

—Vienes a regodearte ¿verdad? —Preguntó Bianca sin mirarlo.

Alex se dejó caer en otro sillón del juego, demasiado pequeño para un hombre de su altura y complexión.

—No entiendo como te gustan estas sillitas endebles, ni siquiera son cómodas.

Bianca volteó el rostro y, con una mirada serena y desafiante, replicó en tono pausado:

—Alex, míralo de esta manera: estas sillas en las que tantas miradas descuidadas se posan llevan en su estructura siglos de historia. A primera vista pueden parece
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