Previo a la celebración...

La puerta de hierro rechinó al abrirse. Soriana entró con paso firme, las botas resonando contra el suelo de piedra húmeda del calabozo. El guardia apenas le dirigió una mirada antes de cerrar la reja tras ella. En la penumbra, Carl alzó el rostro desde el catre donde estaba sentado. Tenía el cabello más largo, una barba descuidada cubriéndole el rostro, pero sus ojos se encendieron con un brillo distinto al verla. No era por ella.

—¿Es cierto? —preguntó él de inmediato, incorporándose—. ¿Encontraron a Mya?

Soriana soltó un bufido y se cruzó de brazos.

—¿Eso es lo único que te importa? —replicó, molesta—. ¿No quieres saber cómo estoy, cómo está todo afuera? ¿Qué fue lo que provocó este desastre?

Carl se acercó a los barrotes, las manos agarradas con fuerza a ellos.

—Soriana, por favor. ¿Está bien? ¿Dónde estaba?

—Estaba en el infierno, Carl —espetó ella, mordiéndose el labio con rabia contenida—. Adriel la tenía cautiva como su puta personal. Su escl