Capítulo 81. El hijo

Devon no dijo nada cuando Matilda se acercó para tomar a Mya del brazo, ni cuando Alina la envolvió en un abrazo rápido y le susurró que todo iba a estar bien. Solo hizo un gesto con la cabeza y las vio desaparecer en el pasillo, llevando consigo a la joven que alguna vez fue el centro de su mundo.

Se pasó una mano por el rostro, exhalando con fuerza. Había tanto que decir, tanto que procesar, pero no tenía espacio para eso. No todavía. Dio unos pasos hacia el ventanal del salón, y desde allí miró el jardín bañado por el sol. Lo que alguna vez fue un hogar parecía ahora un terreno minado.

—¿Quieres que prepare una habitación para ella? —dijo su madre desde la entrada. Estaba con una mezcla de emoción y algo más.

Devon no se volvió enseguida. Dejó que la pregunta flotara en el aire unos segundos, como si necesitara saborearla antes de responder.

—Sí —dijo al fin, seco—. Una habitación tranquila. Que esté cerca, pero no en el ala familiar. Necesita paz, y privacidad.

Martha asintió lent
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