Capítulo 77. Devon herido
La carpa improvisada olía a humedad y sangre. El cuerpo de Devon, tendido sobre un camastro de pieles viejas, apenas respiraba. Sus heridas eran profundas, el pecho y el abdomen atravesados por cortesde un arma, que ningún lobo debería sobrevivir. Alina presionaba con manos temblorosas un paño empapado en agua caliente sobre la herida más abierta, luchando por contener la hemorragia, aunque sabía que era inútil. Estaba perdiéndolo.
Un portazo irrumpió en la calma sofocante de la habitación, y Mya entró corriendo, jadeando y con el rostro desencajado. Se detuvo al ver la escena: su hermano, su salvador, agonizando entre las manos desesperadas de la mujer que vio en sueños.
—¡No! —soltó un grito desgarrador, arrodillándose junto a Devon—. ¡No, no puede ser! ¡Él no!
Alina la miró con lágrimas empañando sus ojos claros. No la había escuchado entrar, pero algo en su presencia le resultaba familiar. Como un eco que cruzaba el tiempo.
—¿Tú eres…? —murmuró Alina, sin apartar las manos de las