Capítulo 78. Mya
La tenue luz del amanecer se filtraba por las rendijas de la entrada. El silencio era casi absoluto, roto solo por la respiración lenta y profunda de Devon. Sus párpados temblaron, y luego se abrieron despacio, como despertando de un sueño profundo y tormentoso.
Alina estaba sentada a su lado, sosteniendo su mano con delicadeza. Cuando Devon abrió los ojos y vio su rostro, una oleada de alivio y ternura se apoderó de él.
—Alina... —su voz era ronca, apenas un susurro—. ¿Dónde estoy?
Ella le sonrió, con lágrimas contenidas que brillaban en sus ojos.
—Estás a salvo, Devon. Aquí, conmigo.
Devin intentó incorporarse, pero el dolor le recorrió el cuerpo como una ola helada. Mya, que había estado recostada al otro lado, se acercó y posó una mano firme sobre su hombro.
—Hermano —dijo con voz quebrada—. Estoy aquí.
Los ojos de Devon se encontraron con los de Mya, y la incredulidad se reflejó en ellos.
—Mya... no puede ser... —musitó, la voz llena de asombro—. Yo... te vi morir.
Ella asintió,