Capítulo 122. El rescate de Ariel
El barro estaba helado contra su mejilla. Cada respiración era un cuchillo, y la sangre que brotaba de su cuello formaba un charco oscuro bajo él. Ariel apenas podía mover los dedos. El mundo a su alrededor era un caos borroso de ruido y sombra, pero sabía una cosa: si cerraba los ojos… no volvería a abrirlos.
La batalla había terminado hacía quién sabe cuánto. No oía ya el estrépito del acero, solo pasos lejanos y voces apagadas. Trató de incorporarse, pero su cuerpo no le respondía.
—Devon… —escupió el nombre con un hilo de voz que apenas era un gruñido.
Se dejó caer otra vez, consciente de que la humedad helada le robaba el calor más rápido que la herida. Y entonces, entre la niebla, una figura se deslizó como un fantasma.
Era ella.
Su amante.
El cabello enmarañado, el rostro salpicado de barro y sangre, los ojos ardiendo con la misma mezcla de miedo y rabia que lo había conquistado tiempo atrás. Se arrodilló a su lado sin decir palabra, sus manos firmes pero temblorosas mientras l