—Buenos días a todos —saludé con voz firme pero educada, llamando la atención de todos en el piso.
Hoy sería diferente.
Lo supe por cómo se detuvieron los teclados.
Por cómo los ojos se levantaban, uno a uno, como si el aire hubiera cambiado súbitamente.
Mientras caminaba por el pasillo, con los tacones altos repiqueteando, haciéndome notar, supe que algo se había transformado.
Ya no me miraban con indiferencia. Ni con lástima.
Sino con sorpresa.
Con juicio.
Evaluándome en silencio.
—¿Es Cassia? —escuché a una de las chicas preguntarle a la otra en voz baja. Su tono cargado de asombro me hizo sonreír.
Varios recuerdos de la Cassia pasada cruzaron mi mente. La había extrañado más de lo que pensaba.
—Wow, no la reconocí... Se ve hermosa.
—Eso es Armani, ¿verdad? —escuché decir a otros mientras llegaba a mi puesto y comenzaba a preparar mi área de trabajo—. ¡Lo es! Es lo más reciente… Vaya, todo lo que lleva seguro costó una mini fortuna.
Oh, vaya…
Escuchaba más murmullos de los que hubi