Un silencio tenso llenó el cuarto, y solo se escuchó un jadeo por parte de Evie, que enseguida se llevó la mano a la boca y miró a su hijo con incredulidad.
Kane tenía la vista fija en el pequeño niño que lo escrutaba con sus brillantes ojos sin reservas. Por supuesto, los ojos decían mucho, él no tenía las lentillas, pero imaginó que el nene también había conectado puntos con otras cosas, lo veía en su mirada.
¿Pero qué debía decir exactamente?
En ese momento volteó a ver a una Brianna que se mantenía serena, y un entendimiento tácito se sucedió entre ambos, con ella dándole permiso para contar la verdad.
—Lo soy —confesó al fin.
Evie se mostró más sorprendida; pero Evan, en cambio, frunció el ceño.
—¿Cuándo te enteraste? —preguntó, con una voz tan firme que daba un poco de miedo.
Kane soltó un suspiro, un poco intimidado por su compostura. Sí, estaba intimidado por su propio hijo.
—Hace unas semanas de forma extraoficial, hace unos días de forma oficial.
Evan frunció más el ceño y v