LARS
El corazón se me apretó al oír las palabras de Asami y ver lo que vi en la pantalla.
—Esto es…
—Un ataque —completó Ulrik con voz severa—, es bastante obvio.
Entonces llegó otro enlace, y al abrirlo apareció un titular escandaloso: «Denuncia de abuso sexual contra un importante empresario danés».
Se me paralizó el pulso unos segundos al ver el cuerpo de la noticia, que reseñaba en síntesis que un tal Ryan Martins, danés de veintidós años, denunció ante la policía haber tenido relaciones sexuales no consentidas con Ulrik cuando tenía diecisiete años, afirmando que apenas ahora se sentía seguro para hablar, considerando que Ulrik era un magnate y una figura muy conocida en el país.
Y los comentarios… Dios, los comentarios eran un asco.
—Contrataron a gente para hacer esto —murmuré, porque el odio que desprendían esos comentarios no era normal.
Querían hacerlo caer, y saber que esto tenía algo que ver con mi propio padre me llenó de asco y vergüenza.
—Si ni conozco a ese tipo… ¿Acas