Elizabeth Humman es una mujer exitosa, engreída y algo cruel, bueno muy cruel pero solo cuando se lo propone. Elizabeth es la jefa y nadie se atreve en dudarlo, pero por cosas de la vida necesita casarse con urgencia. Morgan Collings actualmente desempleada,soltera y tiene un apuro de dinero que urge conseguir para salvar la vida de un ser muy querido. Elizabeth tiene dinero, Morgan necesita dinero ¿Esta coincidencia sera suficiente para que estos dos corazones se rindan al amor? o ¿Su rivalidad sera mas grande? ¿Quien dirá primero te amo?
Leer másDios, estoy sudando tanto que parece que estoy en un horno, además de que tengo la garganta seca y mis manos están temblando, ¿Cómo es que me había metido en semejante lío? ¿En qué momento se nos había ocurrido semejante idea?, ¡¿Y qué demonios decía el juez?!
Ella realmente no sabía en lo que se estaba metiendo, conocía muy poco de la mujer que tenía enfrente suyo. Sin embargo, fue ella misma quien tomó la decisión de meterse en todo este lío por su familia. Todo formaba parte de un plan de ambas para que cada una pudiera conseguir lo que realmente deseaba.
Con la ansiedad a tope en uno de los salones más importantes de la ciudad estaba ella, a punto de tomar una de las decisiones más importantes de su vida. Su determinación y cobardía no compaginaban, a punto de salir corriendo y dejar todo tirado.
-¿Señorita Collings? ¿Qué responde? -preguntó el juez, un hombre de a finales de los 50 años, con una melena un poco oscura ocultando muy poco los rasgos de su edad. Su mandíbula era ancha y severa. Mostraba una pose un poco dura ante los demás, pero su mirada hacia Morgan ya demostraba un poco de inquietud ante la duda que ella reflejaba. - ¿Y bien? - me cuestionó irritado.
-Lo lamento es que me he despistado- trato de sonreír, pero ni siquiera logro mover los labios.
-Ya lo imaginaba- gruñe- Bien ponga atención jovencita. Morgan Samantha Collings acepta usted a la señorita Elizabeth Mary Humman como su legítima esposa, para amarla, respetarla, cuidarla en la salud y enfermedad, en la riqueza y pobreza todos los días de su vida hasta que la muerte las separe- repitió todo de nuevo, pero no con la misma emoción que al principio.
La duda seguía en sus ojos, estaba segura de que iba a necesitar más que un solo trago de whisky esa noche, pero aun así tomó valentía para contestar - ¡Sí! - con voz temblorosa logró articular.
Volteó a ver a la que sería su futura esposa, era una mujer muy hermosa - pienso con la locura tragándome por completo - ¡Dios, ella es hermosísima! A mediados de los veinte, sus ojos de color ámbar son iguales a los de una cervatilla, su piel es tan blanca como el marfil y su cabello rubio rojizo ondulado a juego con su bello vestido la tenían hechizada, su sonrisa le resultaba amistosa cuando decidía revelarla, algo que no pasaba con mucha frecuencia. - Pero a pesar de la belleza que tenía frente a ella el pánico seguía subiendo por su garganta.
- Sí, ¿qué? - pregunta el juez.
Volteo para enfrentarlo, le veo fijamente, carraspeo un poco para poder hablar- Acepto-digo convencida más para mí que para todos en la sala.
-Bien al fin-suspira el juez- Elizabeth Mary Humman acepta usted a Morgan Samantha Collings como su legítima esposa, para amarla, respetarla, cuidarla en la salud y enfermedad, en la riqueza y pobreza todos los días de su vida, hasta que la muerte las separe- pregunta ha Elizabeth.
-Si acepto- dice sin dudarlo ni un segundo.
Mi corazón palpita como un bombo al escuchar lo siguiente- Por el poder investido en mí, ¡Yo las declaro esposas! -dice por fin sonriendo, se inclina así el frente- ¡Puede besar a su esposa! - me dice. Entonces mi corazón deja de palpitar
Me muevo lentamente como si tuviese miedo de asustar aún oso embravecido, me enfrento a la mirada más tierna del planeta, pero estoy incluso más aterrorizada que antes, tengo la boca seca, ahora estamos a la misma estatura ¡Gracias a Dios por los tacones! Levanta la comisura de su labio en una sonrisa, y yo, deseo correr despavorida gritando como una lunática.
Es Elizabeth quien se acerca, pero soy incapaz de moverme... la veo acercarse y suavemente como para no espantarme más, desliza su brazo por mi hombro, su mano me toma por la nuca para encaminarme, Me dejo guiar por ella y cuando nuestros labios están a un suspiro de tocarse cierro los ojos y hago por lo que me pagaron.
Junto nuestros labios, pero nada más, sin deseo o placer, sin emoción o pasión de ningún tipo, le rodeo con mis brazos la cintura y aprieto su cuerpo contra el mío por los minutos que dura el beso, mantengo cerrado los ojos. Volví abrir los ojos solo cuando estuve completamente segura que había distancia entre ella y yo.
Elizabeth me veía con esos ojos que podían hacer que un hombre se lanzase de un barranco, con esa carita angelical que haría que un rey prendiera fuego a todo su reino por verla, con el semblante de su cuerpo orgulloso y perfecto, ese mismo que condenaría al infierno al mismísimo Zeus si ella lo quería. Esa era Elizabeth Humman una mujer que haría arder al mundo si quería, cualquiera que no la conociera bien, compraría la dulce fachada sin titubear creyéndosela y venerándola por ello, claro hasta que descubriera que Elizabeth Humman era el demonio mismo y personificado a la perfección, arrogante, pretenciosa, caprichosa, calculadora, fría, astuta, controladora y lo peor de todo increíblemente hermosa.
Elizabeth Humman era el nombre de la condenación.
En la sala solo se escuchaban los aplausos de los presentes, aunque el ambiente no era lo que esperaban para una boda, su aspecto un poco fúnebre hacía que Morgan desconfiara un poco más de la gente rica.
-¡Felicidades Morg lo tengo que admitir, jamás nos imaginamos esto!-una pesada mano cae sobre mi hombro interrumpiendo mi análisis de Elizabeth, me hace girar como trompo y el gorila me cae encima abrazándome por los brazos y levantándome del suelo- ¡Casi me creí la historia de que terminarías por convertirte en una vieja cascarrabias!- Tony me suelta dejándome caer el golpe contra el suelo me saca de balance, pero él rodea mi cuello con unos de sus inmensos brazos y vuelve abrazarme- Vamos pequeña escúpelo ¿Cómo lo has logrado?- suelta una carcajada que resuena por toda la habitación.
Cada persona en el lugar nos observa algunos hasta con cara de espanto, pero no importa Tony era un gigante de goma, el tipo era grande pero manso como un caniche, y Tony era mi mejor amigo desde que tenía uso de razón y es muy lógico nuestras madres se conocían desde pequeñas, crecieron juntas e incluso se casaron juntas, por lo tanto, la amistad de Tony y yo iba más allá, somos hermanos, y él es un hermano muy fastidioso.
-Vamos escúpelo peque ¿Cómo has conseguido hacerte de semejante mujer? - vuelve a preguntar con una gran sonrisa en sus labios, me sujeta las mejillas pellizcándolas- ¡Porque tan guapa no eres! - se carcajea jalándome los cachetes.
-Depende los ojos que la miren- interviene la voz más fríamente suave del mundo- Además fue lógicamente ¡suerte! -Elizabeth ya estaba frente a nosotros con una dura mirada que ser disimulaba muy bien en sus ojos, pero yo la podía ver claramente, y no me gustaba como miraba a Tony porque era mi mejor amigo- Arrugas tu traje querida, y aún no nos tomamos las fotos de la ceremonia- me lanza una mirada severa, con una sonrisa en la boca a Tony que me soltó de inmediato.
-De lo que te preocupas quien hará caso a eso, nadie más que tú, ¡querida! - dije secamente.
El rostro de Elizabeth se endureció, pero no perdió ni el encanto o la sonrisa.
-Vamos, peque que tiene razón, no puedes andar allí como una vagabunda en tu propia boda, si tu madre te ve así te ganarás una hostia- reía Tony para calmar las aguas.
-Si tienes razón pequeño Tony- le devolví la sonrisa a mi amigo- venga acompáñame, tengo que hacer algo antes de que mi madre me atrape- le digo, pongo mi atención en Elizabeth, que solo nos veía- vuelvo en cinco minutos- le dije y pase a su lado.
Tony no dijo nada, solo me siguió el paso, incluso cuando entre al baño de mujeres no me dejo, abrí la puerta del primer cubículo y me enterré en el retrete vomitando todo lo que tenía en el estómago que no es mucho porque en la mañana no pude pasar bocado, arcada tras arcada me despojé de todo el contenido de mi pobre estómago.
-Oye, he escuchado historias locas que se dan en las bodas- dice Tony- pero esta- hizo una pausa dramática- es la más extraña.
Me apoyo en la pared y me dejo caer sentada sobre mi culo.
-Bueno, seguro que en las otras bodas nadie sea casado con el diablo- le digo con una risa triste al borde de las lágrimas.
**BODA***Morgan* *dos meses después. *Me miro en el espejo por quincuagésima vez solo para asegurarme como nada sea movido de su lugar en los últimos cinco minutos, en definitivo el traje es bonito, aunque malditamente incómodo, bueno para alguien acostumbrado a usar sudaderas y jeans usar un traje de alta costura es algo de otra dimensión.Escucho el sonido de la puerta abriéndose— Deja de verte tanto, querida— la voz de mi madre al entrar a la habitación me hace sonreír en grande, la mujer más importante de mi vida se acerca casi bailando en ese precioso y pomposo vestido color turquesa— ¡Mira lo hermosa que te vez! – sus tiernas palabras acompañadas con esa mirada amorosa y cálida hacen que mi interior se caliente, ella toma una de mis manos y con la otra acaricia mi mejilla con dulzura— Esa chica sí que es suertuda— dice con voz temblorosa.Miro a la mujer que me vio la vida, rebosando de una felicidad que era casi palpable y no hay nada que me haga sentir más completa que esto,
*Elizabeth*—Te odio— dijo Morgan en voz baja. Me sorprendió escuchar su reproche y me hizo sentir intimidada. Ella también quería esto, aunque la mirada asesina en sus ojos me hace sentir intimidada. Aunque su fiereza se muere con esas lindas mejillas sonrojadas que la delatan. Podría ser algo egocéntrico de mi parte pensar que ya la poseo, pero Morgan realmente no es buena ocultando sus emociones como ella cree.— Lo que más me molesta es que estás allí sentada, como si fueras la reina del mundo importándote una mierda arruinar a los demás— bajo mis papeles para verla con atención-Dijiste que hablaríamos. ¡Hablar es lo que menos hacemos!Sonrió al verla como cruza los brazos sobre su pecho mientras bufa con frustración— Son papeles importantes, Morgan— le aseguro dejándolos sobre la mesita— Antes también te pedí hablar, pero ni siquiera me dejaste acercarme lo suficiente a ti. —Morgan aparta su mirada dejando claro su molestia con el tema— Tú te ocultaste bajo las faldas de tu madre,
*Morgan* Han sido dos meses increíblemente difíciles después de contarle toda la historia a Linda sobre como termine casada con Elizabeth, la forma en como pude conseguir el dinero para la operación de Mike, después de eso seguí emborrachándome hasta perder el total conocimiento necesitaba anestesiarme para lo que seguía, una semana después de dejar Elizabeth me cité con una abogada de divorcios y presenté la demanda, Elizabeth no puso ninguna objeción a nada firmó los papeles casi de inmediato así nos divorciamos en menos de un par de semanas, eso, golpeo cada fibra sensible de mi ser, atándome una piedra al cuello para hundirme rápido en la depresión. Tratando de mantener mi orgullo intacto, le regresé su maldito dinero, tuve que vender mi casa, mi auto y sacar los pocos ahorros para poder regresar el dinero, mandé un cheque firmado a su oficina.La respuesta de Elizabeth fue casi instantánea, mandando devuelta el cheque partido a la mitad, bueno hice lo más estúpido que se me pud
*Morgan*Ya sé que el Whisky no es el mejor aliado para la resolución de problemas de ningún tipo, mucho menos los problemas del corazón, pero ¿Qué puedo hacer?, soy una persona melancólica por naturaleza, las rupturas amorosas nunca fueron fáciles para mí, y tener un trauma sobre una relación pasada no ayuda para nada.—¿Se puede saber por qué estamos emborrachándonos?— Tony está a mi lado con su propio trago, en su propio camino a perder el conocimiento, claro, yo no lo llamé, pero Terry “El cantinero” amigo de la infancia, se apiadó de mi estado deprimente y me consiguió a mis mejores amigos.Me señalé a mí misma— Yo, tengo problemas de amor, ¿tú? - lo señalo a él— No lo sé.Suspira cansado-Amor, el mal que nunca acaba— parece una burla agria sin ninguna diversión en ella— Es la mejor razón para que las destilerías sigan funcionando a toda potencia, los donadores de órganos deberían saber que se necesitan más hígados debido al amor— se sirve otro trago— Son unos santos— balbucea.—
*Elizabeth*—Si vuelves a poner tus asquerosas manos sobre mi esposa, haré que lo lamentes— mantengo mi semblante sereno, aunque mi voz destila una siniestra amenaza, Johan cierra la puerta del estudio— Si tienes algún maldito problema será conmigo, no con ella, si esperas que me disculpe por romper tu dulce y frágil corazón… estás jodido de la cabeza— escupo furiosa.—Claro que no esperaba de ti una disculpa, eres una maldita perra insidiosa— me dice con una mirada asesina en sus oscuros ojos grises— No, la gran Elizabeth Humman nunca se disculpa y eso lo tengo muy presente-sonríe arrogante. > me digo a mí misma, solo hay una persona con la que me he disculpado sinceramente en toda mi vida.— Pero lo que me hiciste fue despreciable y ruin, no solo me trataste como un corriente idiota, sino que tuviste la osadía de casarte con ella descaradamente el mismo día en que fechamos nuestra boda, pero eso no fue suficiente para ti.
*Morgan*Estaba muy nerviosa y no podía controlar mis músculos. No es que tenga pena o autoestima baja. Vamos a ser sinceros, no pertenezco a la sociedad de Elizabeth, los ricos y famosos me hacen sentir mal. Así que no me gustaría pasar una noche rodeada de la sociedad aristocrática de la ciudad.Elizabeth me sujeta la mano para reconfortarme y me dice-debes tranquilizarte. Esas aves de rapiña que se lanzaran a tu cuello a la menor oportunidad, pueden atacarte solo para dejar en claro su supremacía- me dice con una sonrisa.—Si tu idea era tranquilizarme, fracasaste-le digo devolviéndole la sonrisa.—Pero tú has hecho algo que ninguno de ellos lograra nunca-me dice.— ¿Qué? ¿Comer doce donas en menos de diez minutos? - le digo riendo nerviosa.—Casarte conmigo— me dice acercándose, deja un suave beso en mis labios— Y ese hecho te hace la mejor de todos-vuelve a besarme, pero esta vez me toma por el cuello para profundizar el beso, nos separamos hasta que nos falta el aire con nuestra
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