LARS
Eran las ocho cuando llegué a casa de Ulrik en taxi, y pasaron unos minutos hasta que reuní la valentía para tocar el timbre. La propiedad quedaba en una zona acomodada de la ciudad, en un barrio con mucha seguridad, e incluso vi algunas caras conocidas entre el personal.
Ulrik viajaba mucho, y siempre decía que no necesitaba un lugar tan grande para vivir, pero apreciaba las casas en lugar de los edificios, y por eso compró este lugar hacía años. Había tenido la oportunidad de venir aquí tiempo atrás.
Cuando la puerta se abrió, y vi al moreno en ropa de estar en casa aparecer, sentí que se me congelaba todo por dentro de forma bastante dolorosa y quise resoplar, pero me lo tragué.
Él me miró con aparente neutralidad, pero en sus ojos detecté cierta sorpresa, como si no esperara que de verdad apareciese frente a su puerta.
Bueno, a sus ojos era un cobarde, así que ese asombro tenía todo el sentido del mundo.
—Buenas noches —murmuré quedo.
Sentí un cosquilleo en mi nuca al saberme