Narrado por Melissa
Hoy desperté con Bia todavía dormida, toda enredada en la cobija de conejitos. La sacudí hasta que abrió un ojo. Se quedó mirándome con cara de sueño, pero cuando dije:
— ¡Vamos a hacerle una sorpresa a Flavia! — saltó de la cama como un conejito brincando.
Flavia siempre dice que dibujar es magia, y nosotras queríamos quitarle la tristeza al tío Hawt. Ese ojo gris suyo, ¿saben? Parece nube antes de la tormenta. Por eso, anoche, cuando Flavia se fue a la facultad, le dije a Bia:
— ¿Viste cómo al tío Hawt le gustó el vestido de Flavia? Hasta sonrió.
— ¡Sí, pero solo un poquito! — dijo Bia, con el ceño fruncido. — Yo quería verlo sonreír más.
— Yo también, pero no sé cómo… espera, ¡Bia, tengo una idea!
— ¿Una idea de qué?
— ¿Y si coloreamos toda la casa?
Bia dio un salto de felicidad, pero enseguida dijo:
— ¿Pero cómo lo vamos a hacer?
— Yo tengo un plan, ven que te voy a mostrar.
Bajamos a la lavandería como dos ratoncitos asustados, con miedo de que nos