— Salida inevitable
Narrado por Adrián
Mansión Salvatore, Lago de Como — 09:12 a.m., dos días después
El médico salió del dormitorio con la carpeta en la mano y cara de buen augurio.
"Señora Isabela está estable. El sangrado fue leve, el reposo absoluto y los medicamentos lo controlan. Cinco días en cama, hidratación constante y cero estrés. El bebé está bien".
Isabela, pálida contra las almohadas blancas, me miró con esos ojos que siempre me desarman.
"Ve, Adrián. Cierra esto de una vez. No quiero que Konstantin siga respirando mientras nosotros esperamos aquí como patos sentados".
Me arrodillé junto a la cama, tomé su mano.
"No me voy. No te dejo sola".
Ella apretó mis dedos, voz firme aunque temblara.
"Precisamente por eso tienes que ir. Tráeme su cabeza, amor. Así podremos dormir tranquilos los tres".
Máximo entró en ese momento, maleta pequeña al hombro, cara de quien ya tomó la decisión por todos.
"Avión listo en Linate. Despegamos en dos horas. No discu