Lago de Como, Italia — Verano de 2045
La terraza de la mansión Salvatore está llena de luces blancas y risas que suben hasta las estrellas.
Es la fiesta de graduación doble.
Adriana Isamar Salvatore, 20 años, acaba de terminar la doble titulación en Derecho Internacional y Arte en la Sorbona y la Universidad de Bolonia.
Máximo Alejandro Mejía, 20 años, acaba de graduarse cum laude en Ingeniería Aeronáutica en el MIT y con un máster en Seguridad Cibernética en Tel Aviv.
Están en la mesa principal, los dos guapísimos, altos, bronceados por el sol dominicano del verano.
Ella: cabello negro largo hasta la cintura, ojos azules Salvatore que cortan la respiración, vestido rojo fuego que parece pintado encima.
Él: ojos verdes Mejía, 1.95 de puro músculo, traje negro hecho a medida en Milán, sonrisa que desarma a medio mundo.
Son primos.
Son hermanos del alma.
Son la prueba viva de que las promesas se cumplen.
Doña Adriana, con 82 años y todavía elegante como una reina,