Isabela (Yo)
El monitor pitaba suave, casi burlándose del caos que yo sentía por dentro. Mi respiración era corta, entrecortada, y mis dedos temblaban dentro de la mano enorme y caliente de Adrián.
La puerta se abrió.
El doctor entró con ese rostro neutral que da más miedo que un disparo.
Doctor
—Señores… la evaluación está casi lista. Necesito hacer un chequeo rápido más y les explico el estado del embarazo.
Adrián apretó mi mano como si quisiera evitar que desapareciera.
Adrián
—Hágalo ya, doctor. No se demore.
El doctor asintió, puso gel en mi abdomen y comenzó el ultrasonido.
Yo no veía nada.
Solo buscaba la reacción del doctor.
Su ceño, sus labios, cualquier microgesto que me dijera si mi bebé estaba vivo o no.
De repente… el sonido llenó la habitación.
Un latido.
Tímido, pero latido.
Mi corazón explotó.
Adrián se quedó congelado.
Doctor
—El bebé tiene un latido fuerte. Eso es buena señal.
Cata soltó un suspiro lloroso detrás de mí.
Yo me cubrí la boca con las manos.
—¿Está… está