Isabela (Yo)
El sol de la hacienda caía suave, como si quisiera acariciarme la piel. Ese brillo dorado me hacía sentir ligera, viva… y quizás demasiado confiada. Cata me seguía como una sombra nerviosa mientras yo pasaba las manos por la crin del caballo.
—Isa… —su tono ya me tenía cansada—. Por favor, mi amor, bájate de ahí. No estás en condiciones.
Rodé los ojos, terca como siempre.
—Estoy embarazada, Catalina, no inválida. Además, solo quiero despejarme… Adrián se fue sin saberlo y siento esta presión aquí —me toqué el pecho— como si me fuera a romper.
Cata suspiró, cruzándose de brazos.
—No es el momento de jugar a la cowgirl, bebé. Ese hombre te ama, pero si se entera de que estás haciendo esto… me mata. Literalmente me mata.
Sonreí débilmente.
—Yo voy a estar bien. Solo un paseíto.
Ella negó con la cabeza, pero yo ya había tomado las riendas.
El caballo avanzó despacio, y ese movimiento suave me calmaba el alma… hasta que no.
Un tropiezo.
Un pequeño brinco inesperado.
Mis manos