KOSTAS
El conductor se queda en silencio, sus ojos fijos en el espejo retrovisor. La noche es oscura. No veo la moto, pero sé que está ahí. La camioneta es blindada, pero eso no importa. La moto es de alta gama, ya debería habernos sobrepasado. Si lleva cinco minutos siguiéndonos, es porque quiere algo. No es un error, es un plan. Un plan para matarme.
Siento la presencia de Nick a mi lado. Él no habla. Solo me pasa un arma, y el frío metal en mi mano me hace volver a la realidad. El arma es una Beretta 92FS. La conozco muy bien. Mis dedos se mueven por sí solos. El clic del seguro es un sonido familiar que me da una sensación de seguridad que no puedo describir.
—Estamos en peligro —me dice Nick, con la voz grave y urgente.
—Lo sé —le respondo tranquilo, esperando el mejor momento para disparar—Y él también.
Estamos en la tercera camioneta. Le digo a Nick que le dé la orden a la última para que intercepte esa moto. Mis hombres son profesionales. Escucho el sonido de los neumáticos so