MELISA

Bajo las escaleras nerviosa. El vestido que llevo es largo, de un color verde oliva, las mangas son largas, pero la espalda está completamente descubierta, un contraste que me hace sentir expuesta y elegante a la vez.

No sé a dónde voy, no quria salir de la mansión por miedo, per tambien el motivo… Mi abuela... su imagen está grabada en mi mente. El dolor, la tristeza... todo sigue ahí, un peso en mi corazón que no puedo ignorar. Quería quedarme, esconderme, no salir a enfrentar este mundo que me ha quitado tanto.

Pero Kostas insistió. No fue una orde, fue una petición, y algo en su voz, en sus ojos, me hizo incapaz de negarme. Él no tiene que decir mucho para conseguir lo que quiere. Su presencia es suficiente.

Llego al salón. Kostas me está esperando de pie. Lleva una chaqueta oscura que, a pesar de su estilo informal, se ve impecable. Su mirada recorre el vestido, y una sonrisa ladeada asoma en sus labios.

—Estás muy hermosa —me dice recoriendome con descaro y a mi, todo po