MELISA
Necesito aire fresco. La conversación con Mikeila ha envenenado el ambiente, y el encierro me asfixia. Con un respiro hondo, me levanto de la silla, apoyándome en las muletas. Me muevo con lentitud, sintiendo una pequeña, pero vital, sensación de libertad con cada paso.
Atravieso la puerta y lo primero que veo son los vigías. Sus ojos me siguen, una vigilancia silenciosa que me recuerda mi lugar. Decido no alejarme mucho, no quiero cansarme. Camino por el corredor, pero me dirijo hacia la parte trasera de la casa. El pasillo se alarga, y siento las miradas de todos los hombres de él. Me siento como un animal enjaulado bajo la atención de sus cuidadores.
De repente, un escándalo de voces rompe el silencio. Curiosa, sigo el sonido. Cuando llego, me detengo. Lo que veo me sorprende. No entiendo bien que hacen pero hacen un circulo grande. Todos ellos son apuestos, incluso Nick. Pero Kostas... él es la única presencia que llena el lugar. Su aura es inconfundible. Su cuerpo y su por